Un cielo, ennegrecido y turbio,
amaneció con alerta roja,
y un ejército de grises nubes
presagiaban negras sombras.
Unas fuerzas incontrolables
se mecían entre las hojas,
las rieras y los arroyos
temblaban con las zozobras…
Los barrancos y torrenteras,
se alimentaban de frías gotas,
en el mar Mediterráneo
se creó una tormenta de olas,
un tsunami llamado Dana,
arrasó casas y personas…
Entre tanto los políticos
jugaban con las demoras,
¿quiénes tienen competencias,
quienes alertan las horas?
Los vivos entre los muertos
lloraban sus penas a solas,
no mostraron empatía
se enzarzaron con las normas,
de alertas y protocolos
y burocracias sin formas.
Los días y las noches
las víctimas seguían solas,
sin agua y comida
y con el barro hasta las bocas.
Mientras tanto los políticos,
jugaban a las broncas
del “tú más, y pídeme ayuda”,
y las víctimas, seguían solas…
Solo los voluntarios
decidieron ir a la obra:
a retirar el fango y escombros
y acompañar a los que lloran…
Y después de una semana
las víctimas siguen solas…
¡Cuánta tristeza e impotencia
ver a tantas víctimas rotas!
Y ver que los políticos
juegan a otra cosa…
¡¡Solo
los voluntarios
ayudan a
los que lloran!!
Francisco Lira (noviembre 2024)
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