En cada segundo,
espero
que despierte
el
sentido que me acerca a ti.
Sin
negar la ceguera a mi instinto
ni
congelar el impulso
que
me lleva a tus abrazos.
Es
imperdible tu rostro.
Así,
pretendes salir impune
ante
la mirada maltrecha
de
esos ojos malheridos
acusando
sin palabras
la
cobardía de un amor en desuso
que
convierte en desierto
un
jardín de margaritas.
Celosos,
los pasos se alejan
entre
una muchedumbre
que
golpea la soledad
con
rumores y prejuicios
rodeados
por acechos
que
culminan con cafés
a
media tarde.
Pretendes
llegar lejos,
sin
alcanzar más allá
que
la suela de un zapato.
Se
dejan encadenados
a
unos indicios
que
les merodea
pero
que no asoman
por
temor al precipicio.
Promesas
que no van
a
ningún sitio,
y
ni siquiera se permiten
mostrar
al mundo.
Silencios
infinitos.
Miradas
de plomo,
inanes,
sin mirar
ni
tan solo hacia atrás.
Desgaste
de eslabones
que
amainan la tormenta.
Así,
mantén el calor
que
me aparta de tu sombra,
la
cordura que frena,
el
consejo que ajusta,
la
mirada que atraviesa,
el beso que duerme
y
un amor en caída libre
que
siempre da cobijo
al
alma desnuda
del
diente de león marchito.
Yolanda
de las Heras
Me gusta mucho tu poesía.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Muchísimas gracias!!!!! Un abrazo!!!
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