LA MARIONETA Y EL TITIRITERO
y fábulas de farándula,
la ropa raída de arrastrarla
y rozando los bajos por el suelo
en un rincón de la fría acera.
No decido yo mi vida
eres tú el que mueve los hilos.
Puedo hacer de aristócrata
o plebeya o danzarina,
no nos cuesta, como pobres
pedimos limosna cada día
y si alguna lágrima consigo,
se puede ver reflejado
en monedas que pasan
a engrosar el platillo.
Me sé todos los actos
de distintas comedias,
que interpreto todos los días.
Mi cuerpo en tus manos cobra vida.
Y si logramos unas monedas
para pan y que no desfallezcas
mientras manejas los hilos.
Junto a ti caminé y por tus manos
dejé de ser un ser inanimado
y sentí el calor de un amigo,
y ahora que ha llegado tu hora
no tengo más opción que morir contigo.
Y allí en el rincón de la placeta
bajo la caída silenciosa de la nieve
los dos yacemos, yo a tu lado,
yo con los ojos abiertos
tú con los ojos cerrados,
y, muerto y desamparado;
agarras con tu mano la cruceta.
Auri.
De la mano de esta titella, podría yo recorrer plazas, caminar como vagabunda de la mano de aquel que mueve los hilos. Es emocionante aunque ya no seamos niños, imaginar que brota la voz de sus bocas. Es un regalo para la imaginación. que a veces falta mucha en esta vida de locos y de prisas. Es un regalo hoy en este blog de todos, (aunque siempre trabaja Jesús) este espectáculo de marionetas y titiritero.
ResponderEliminarTriste final para aquel que ha hecho reír a tantos niños. Pero como siempre hay un final, hoy, la emoción me ha tocado la fibra, debido a una gran exposición real en forma de poema.
Me encanta Aurelia.
Gracias María. Aquí se juntan las emociones y la interacción de la marioneta y quien maneja la cruceta. Los dos son uno.
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