A un cura violador y depravado,
juzgado le ha, el mismísimo vicario.
Sentado -dentro del confesionario-
del reo, sus disculpas ha escuchado.
Grabadas, deja, al punto -y bien escritas-
palabras de sentencia singular:
¡”Condénote a rezar y trabajar,
en un centro de monjas Carmelitas”!
Las monjas, con cariño, han recibido
a un cura que demuestra tal fervor:
que abraza, a las novicias, con ardor
y aumenta –con los besos- la libido.
¡Un año de condena ya ha pasado!
¡Alegre! Va cumpliendo su tarea.
Con guiños, a las monjas mira… ojea…
y, a más de la mitad, ya ha embarazado.
…
La “dura vara”
de la Justicia,
“cubre” y ampara
a la novicia.
Luis Arranz
muy bueno Luis....
ResponderEliminarEsoeramos tus poemas o relatos, Araceli.
EliminarUnos hacen lo que saben. Otros, lo pueden. Jeje
ResponderEliminarLuis