Reflexiones sobre la vida y la
muerte, sentidas como castigo
¿Por qué tuve que nacer
si la existencia es sufrir,
trabajar, envejecer
y enfermar hasta morir?
La vida llega vistiendo
atavío de hermosura.
Pronto nos muestra su atuendo
de calvario. De amargura.
Nací desnudo. ¡Y llorando!
Al morir, volví a ser pobre.
¡Me desviví trabajando
para que todo me sobre!
También formé una familia.
Y ya estaba en el ocaso,
cuando esperaba -en vigilia-
la guadaña... (Por si acaso)
Se me presentó aquel día
en que menos lo esperaba.
Cuchilla larga blandía.
Con ella me traspasaba.
¡Me voy, mundo falso y cruel!
Ya atravesé tu desierto
dejándome allí la piel.
¿No querías verme muerto?
Nada le debo a la vida
porque -según lo acordado-
cumplido he, en justa medida,
lo que se me hubo encargado.
Disfruté cuanto he vivido.
Satisfice mis afanes.
Ahora yago bendecido
por curas y sacristanes.
Con repiques delatores
me despiden los badajos.
Coronas multicolores
se trocarán en hierbajos.
El blasón y la riqueza,
la ostentación torpe y vana...
Contrastan con la fiereza
del verme que nos trepana.
El mundo ya se movía
el día que yo nací.
Y se mueve todavía,
aunque yo ya me morí.
¿Nacer...? ¿Morir...? ¡Qué más da!
¿Alguien va a sentirse dueño
de lo que un día dejará
sabiendo que todo es sueño?
Luis
Arranz Boal
Yo el mejor comentario que pondría, es aquella canción que dice:
ResponderEliminarNo te vayas todavía, no te vayas por favor, no te vayas todavía, que hasta la guitarra mía llora cuando dice adiós.
Eres muy ocurrente desde luego.