miércoles, 29 de diciembre de 2021

Recital d'hivern. ANA DE LA ARENA

  



...y ahora va la abuela, tengamos o no ganas, y nos cuenta lo de don Braulio Hidalgo el del cangrejal, peor si nos cuenta cuando llenaron de abrojos la cabeza de Florita cuando vino hablando francés de la casa de la “Tante Madelin” y las sentenciaron al galpón todas culpables “a cazar ratones” hasta que reinara la paz y la concordia y  con las polleras levantadas corrieron como locas en la oscuridad perseguidas por los ojitos negros que se querían meter abajo de las polleras hasta que terminaron abrazadas llorando en un rincón y salieron de la mano, Florita la primera, derecho a la cocina a pelar tomates para las conservas del invierno. Y aunque miremos los relojes de reojo y se haga la hora de ir a bailar, ella seguirá con el cuento de cuando Rosita presentó a su novio, un panadero del pueblo, alto y flaco, primer candidato que entraba en la casa y ellas  le prestaron de todo, cintas, medias, le hicieron los rulos, le pusieron unos aros distraídos del cofre de encima de la cómoda negra y todas las pulseras que encontraron y  que cuando Rosita se miró al espejo para ponerse la cadena con la medalla de la Virgen de Lourdes, se puso a llorar diciendo que parecía un florero y le quitaron todo lo prestado y le deshicieron los rulos y la pedida de mano la pasaron en el galpón con las polleras levantadas y Rosita bajó con los ojos colorados de tanto llorar y el pelo como un nido de caranchos a que le pidieran la bendita mano, y buenas noches abuelita que se nos hace tarde, y salimos corriendo, sin darle un beso...

 Ana de la Arena 

febrero/2019




2 comentarios:

  1. Los cuentos de la abuela. Un ejemplo curioso de relato echo realidad, que nos lleva a recordar que si hemos tenido la suerte de disfrutar de nuestros abuelos, habremos podido vivir sus cuentos, relatados repetidamente y escuchados unas veces con atención y otras medio distraídos. Estupendo relato Ana.

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  2. Los cuentos entrañables de Ana, nos llevan desde muchas leguas lejos, de esa Argentina entrañable, en la que muchos tenemos familias, las que emigraron hace tanto tiempo, que ya nadie recuerda la fecha. Pero allí siguen, aunque a veces recuerden sus orígenes. Ana es al revés, argentina de nacimiento, de corazón y de acento, porque no quiere perderlo y hace muy bien. Aquí sigue, con su memoria de aquellos cuentos que a todos nos agradan.
    Ana de la Arena, que sea tu estancia unas vacaciones maravillosas y entrañables. Desde aquí te recordamos, te esperamos para seguir escuchándote, con todo el afecto que nos inspiras.
    Un abrazo desde la distancia amiga.

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Félix Maraña

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