Soy negro como
la noche negra en un mar diminuto y vengo de regiones donde el sol calienta más
que la taza que mantienes entre tus manos.
Busco despertar
tu conciencia porque has hecho de la rutina ley. Me miras sin verme, pero en el
fondo aprecias las cualidades de mi alma. Por eso, ante tu instalada comodidad,
quiero abrirte los ojos y que admires, a través de mí y del ímprobo trabajo que
arrastro desde mi lugar de origen, la belleza más oculta.
Y te veas
reflejado. Porque tú también eres negro.
Pero no te
preocupes: puedes clarearme a tu gusto: posees medios para lograrlo.
Puedes, por
sentirte mejor, emborracharme con brandy, alargarme con agua o endulzarme hasta
hacer que pierda mi identidad.
O puedes
utilizarme para dar un ligero tinte moreno a la mala leche de tus días.
Soy, lo
adivinaste, el negro café, conciencia de tus noches.
Y puedes tomarme
adecuado a tu gusto, o pasar de mí.
Pero en todo
caso me tendrás vigilante y hallarás en mis posos el fiel reflejo de los posos de tu
vida.
Jesús Pico Rebollo
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