Cuentito
Como algunos árboles, enraicé
hondo para no perder el equilibrio. Es un razonamiento que hago desde hace años
desde el primer trasplante forzoso, donde las raíces han hecho lo que han
podido.
Hoy volvió a saltar la tapia
Sombra, el perro de mi vecino. Me concentro en la mirada de luto del perro y en
su pelo nocturno que brilla en la mañana.
Tomás viene a buscarlo entre
disculpas y la resistencia del perro. Hago recuento de los desaguisados. Tres
macetas, las ramas del ligustrum y un tetrabrik de leche que sangra sobre la
mesa del galponcito. Sombra ha ampliado sus raíces. Siempre que viene marca el
terreno biológicamente.
Llevo semanas esperando la carta.
Cada día que pasa pienso que se ha perdido y renace mi esperanza.
Cuando vuelvo del super, abro el
buzón con el corazón a velocidad máxima. Ha llegado la carta con su membrete
oficial. La reconozco por el olor a soledad y miedo.
Ya tengo la valija hecha. Dejaré
todo tal cual está y me prepararé las raíces para un nuevo esfuerzo. Espero
marchitarme rápido, que mis hojas caigan sin dolor y las raíces renuncien a
tanto esfuerzo.
No me despediré de Sombra ni de
Tomás.
Ana de la Arena
Octubre 2019
Es un cuento entrañable. de todas formas, Ana nos tiene acostumbrados a esas pequeñas historias que te llegan al alma.
ResponderEliminarFelicidades Ana