martes, 5 de noviembre de 2019

Ana de la Arena, cuentito enraizado con olor a soledad y miedo


Cuentito

Como algunos árboles, enraicé hondo para no perder el equilibrio. Es un razonamiento que hago desde hace años desde el primer trasplante forzoso, donde las raíces han hecho lo que han podido.
Hoy volvió a saltar la tapia Sombra, el perro de mi vecino. Me concentro en la mirada de luto del perro y en su pelo nocturno que brilla en la mañana.
Tomás viene a buscarlo entre disculpas y la resistencia del perro. Hago recuento de los desaguisados. Tres macetas, las ramas del ligustrum y un tetrabrik de leche que sangra sobre la mesa del galponcito. Sombra ha ampliado sus raíces. Siempre que viene marca el terreno biológicamente.
Llevo semanas esperando la carta. Cada día que pasa pienso que se ha perdido y renace mi esperanza.
Cuando vuelvo del super, abro el buzón con el corazón a velocidad máxima. Ha llegado la carta con su membrete oficial. La reconozco por el olor a soledad y miedo.
Ya tengo la valija hecha. Dejaré todo tal cual está y me prepararé las raíces para un nuevo esfuerzo. Espero marchitarme rápido, que mis hojas caigan sin dolor y las raíces renuncien a tanto esfuerzo.
No me despediré de Sombra ni de Tomás.

Ana de la Arena
Octubre 2019












1 comentario:

  1. Es un cuento entrañable. de todas formas, Ana nos tiene acostumbrados a esas pequeñas historias que te llegan al alma.
    Felicidades Ana

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