martes, 19 de noviembre de 2019

UNAS ALAS PARA VIVIR

Del libro solidario que se presenta hoy en Sant Vicenç dels Horts:



TU CORAZÓN EN MI PECHO

Se detuvo la tarde de repente,
un arrebol de cielo derramado
le perlaba la frente de cristales
al día más amargo de tu vida.

En la piel asombrada del asfalto
el ocaso decía su agonía
con una lenta y roja nota rota.
Y era la soledad, y era la noche,
era la oscuridad sabor de cobre.

El ulular creciente de ambulancias
le clavaba al silencio gritos de oro.
Una urgente esperanza estremecida
al llanto se aferraba y a las gargantas
en un ansia encalada de pasillos.

La vida se paró como otras veces
sobre el negro trazado de la suerte.
Pero esta vida, ¡ay!, era tan nueva,
tan cercana era a todos que dolía
como duele un hermano, duele un hijo
en el vacío lugar de la caricia.

Eras joven, venías, como todos,
a llevarte la vida por delante.
Pusiste el corazón sensatamente
a respirar para otros si llegase,
solapada y cruel, la muerte un día.

Yo fui joven también y aún no comprendo
que una flor se derrame en la mañana
y otra aguante tronchada contra el viento.

Y me duele tener entre las manos
un pétalo de luz y de desdicha
para seguir viviendo y ser deudor
de este silencio tuyo eternamente.

De los muertos que fueron necesarios
para ser el que soy y que me asombre
de escribir esta tarde algunos versos,
-mis ancestros, poetas, caminantes-
vienes tú a ponerme la alegría,
la mezquina esperanza de vivir
siquiera sea unas migajas más
renovando el latido de mis venas.
Y no tengo palabras para el llanto,
que tu junco quebrado ha provocado.

Tu corazón, latiendo por mi pecho,
poniéndole a mi sangre la ilusión
de ser savia de nuevo y darme vida,
no mitiga el dolor de tu familia,
el enorme dolor de aquellos padres
sobreviviendo al hijo, soportando
el tiempo desolado y la terrible
torrentera del llanto y las palabras
como lluvia monótona que un día
ha de secar el sol, callar la vida.

Ahora vives en mí y en el recuerdo
del generoso darte para otros.
Y ha de saber el mundo que te debo
los segundos más vivos, el motivo
de creer en los hombres todavía.

Tu corazón que late alegremente,
desprendido motor para dos cuerpos,
se ha de parar un día, bien cumplida
la misión con que fuera concebido.
Mas arderá su llama en estas líneas,
recuerdo de ese don que deslizaste,
sin nombre y con amor, hasta mi sangre.

Se detuvo la tarde de repente,
el arrebol de cielo derramado
era un alba de luz sobre la noche,
un corazón latiendo con más ánimo,
una vida entregada por dar vida,

el don de la esperanza dispersado.


Jesús Andrés Pico




4 comentarios:

  1. Me a dejado sin palabras,me encantaría escucharte lo recitar es tan profundo,tan triste. Enhorabuena por hacer una vez más el profundizar tan dentro de las personas gracias.

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  2. El lunes llevaré este libro, que lo recojo hoy, y el de Orola qué voy a buscarlo el viernes a Madrid.Entonces leeré los dos poemas en la tertulia.

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  3. Este poema llega tan dentro del alma, que el alma se detiene, se detiene para mirar a una niña porque hay muchas niñas que se fueron, que dejaron la sangre detenida en las venas.
    Pero hay más, hay la belleza de un poema que nos hace resbalar una lágrima que después de caer deja limpia la mirada.
    Gracias Jesús, acertado y sublime como siempre.

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    Respuestas
    1. María, gracias por tus palabras. Animan a seguir con el corazón en alto y la esperanza firme.

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