viernes, 1 de noviembre de 2019

Luis Arranz: EL ÓBITO


Quiero mostrar mi respeto –con este poema- a algo tan importante en la vida de una persona, como es su propia muerte.




     EL ÓBITO


Se apagó el sol. ¡Ya no veo!
Hados eternos... ¡Venid!
¡En la negrura rastreo!
¡Mi raciocinio consciente
perdió su postrera lid!
(Duerme silenciosamente).
La ruina se enseñorea
de mi cuerpo. Y, en mi mente,
el vacío se recrea.
¡No existen odio ni amor
en esta insólita aldea!
¿Qué es el mundo sin su luz?
Largo y negro corredor
camino del cementerio.
Cada persona, su cruz.
Cada muerte, un duro viaje.
Cada féretro, un misterio
con su siniestro equipaje.
Los portones de mi vía
se han tornado en cautiverio.
(Están -para mí- cegados).
Quien -alegre- ayer reía,
tiene hoy los labios sellados,
fríos, rígidos, callados…
La razón, y el pensamiento,
errarán -lúgubre día-
en inercia dilatoria.
Mi mundo –en este momento-
gira, sin pena ni gloria,
en tan humilde aposento.
¡El alma yace finada
y dice “amén” a su historia,
cubierta con tela oscura!
(Toma un destino a la nada).
Ya, sin proyección futura,
pronto quedará olvidada.
Amasijos de osamentas
acompañarán mi estancia
-hieráticas, truculentas-
en infeliz circunstancia.
Sepulturas purulentas,
mausoleos y cipreses,
frías noches, vermes, hierbas…
entre el poblado y las mieses.
¡La soledad infinita!
¡Y sufrir penas acerbas
de una guadaña maldita!
¿Cuántos lloran por la muerte
del familiar tan querido?
¿Cuántos sienten una suerte
de indiferencia y cumplido?
¡Ni lágrimas ni lamentos!
¡No quiero veros llorar
ni sufrir –por mí- tormentos!
¡¡Dejadme ya descansar!!     


Luis Arranz Boal



1 comentario:

  1. Magistral, un poema de gran belleza en un tema tan serio. Aunque en realidad es algo tan sencillo como que nacemos para morir.
    Precioso y adecuado en estos días.

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