Hay grandes
escritores que son capaces de alegrarnos con sus escritos. Por su belleza. Por
su lirismo. Por sus palabras… Este es un intento de alabanza hacia ese tipo de poemas
que se escriben con un sabor íntimo, sensual, tierno…
A UN POEMA
LÍRICO
El coraje en la
palabra,
que le da
aliento a un poema,
tiene “duende”:
el que le labra
la fantasía
suprema
cuando al
lirismo se abra.
¡Cuánto ímpetu brota
de él!
¡Qué fruición,
al recitarlo!
Cadencia de
cascabel
su armonía, al escucharlo.
¡Un primoroso cairel!
¡Eres hijo del
ensueño
cuando tu
fuerza revelas!
¡Del hechizo
eres el dueño,
escrito que embrujas!¡Vuelas
exultante y halagüeño!
Abrazo de agua que
besa
del mar las
desiertas playas.
¡Melodía que embelesa!
¡De mi alma no
te vayas!
¡La palabra no
regresa!
Aunque el
viento enloqueciera,
el mar rugiera
violento,
o el sol
desapareciera,
el tono cálido…
lento…
de tus versos
se sintiera.
Como el relente
en la flor
(sosegado…
tierno… suave…)
el declamar
-con primor-
así cae ¡Qué
dulce sabe,
de una glosa, su
calor!
La lírica. ¡La
poesía
al amor y a la
beldad…!
son… ¡arrullo y
armonía!
¡Esquirlas de libertad
que henchido han
la entraña mía!
Luis Arranz Boal
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