jueves, 28 de enero de 2021

RECITAL VIRTUAL DE ENERO. Francisco Brines .1




EL MENDIGO

Extraño en esta noche, he recordado
una borrada imagen. El mendigo
de mi niñez, de rostro hirsuto, torna
desde otro mundo su mirada dura.
Llegaba al mediodía, y un gruñido
de animal viejo le anunciaba. (Toda
la casa estaba abierta, y el verano
llegaba de la mar). Andaba el niño
con temor a la puerta, y en su mano
depositaba una moneda. Era
hosca la voz, los ojos fríos de odio,
y sentía un gran miedo al acercarme,
la piedad disipada. Violenta
la muerte me rondaba con su sombra.
Sólo después, al ver a los mayores
hablar indiferentes, ya de vuelta,
se serenaba el pecho. Me quedaba
cerca de la ventana, y frente al mar
recordaba las sombrías historias.

Esta noche, pasado tanto tiempo,
su presencia terrible y misteriosa.
me ha desvelado el sueño. Ningún daño
he sufrido de aquella voluntad,
y el hombre ya habrá muerto, miserable
como vivió. Aquellos años, otros
muchos mendigos iban por las casas
del pueblo. Todos, sin venganza, yacen.
Los extinguió el olvido. Vagas, rotas,
surgen sus sombras; la memoria turba
un reino frío y solitario y vasto.
Poderosos, ahora me devuelven
la mísera limosna: la piedad
que el hombre, cada día, necesita
para seguir viviendo. Y aquel miedo
que de niño sentí, remuerde ahora mi
vida, su fracaso: un anciano
me miraba con ojos inocentes.


(Palabras a la oscuridad)

Rapsoda: Jesús Pico


 

ESTE REINO, LA TIERRA

 

No importa que el amor

ya esté caído,

con  tanto daño encima.

 

Ni que el tiempo, ese fuego

se te quede

detrás de ti humeando.

 

Sabes que este es tu reino.

 

Tampoco lo amas más

si, a veces, dudas

la existencia del otro.

 

La alegría, el dolor,

toda tu vida,

se hizo a su semejanza.

 

Por eso amas la tierra.

 

Si callas su voz oyes,

con acento

que tendrás cuando mueras.

 

Quieres es ser fiel, decir

en tus palabras

su verdad, y no sabes.

 

Ahora vives, espera.


(Palabras a la oscuridad)

Rapsoda: Pepi Martínez


CUANDO YO AÚN SOY LA VIDA

La vida me rodea, como en aquellos años
ya perdidos, con el mismo esplendor
de un mundo eterno. La rosa cuchillada
de la mar, las derribadas luces
de los huertos, fragor de las palomas
en el aire, la vida en torno a mí,
cuando yo aún soy la vida.
Con el mismo esplendor, y envejecidos ojos,
y un amor fatigado.

¿Cuál será la esperanza? Vivir aún;
y amar, mientras se agota el corazón,
un mundo fiel, aunque perecedero.
Amar el sueño roto de la vida
y, aunque no pudo ser, no maldecir
aquel antiguo engaño de lo eterno.
Y el pecho se consuela, porque sabe
que el mundo pudo ser una bella verdad.


Rapsoda: Gracia Espino


ARDIMOS EN EL BOSQUE

¿Pero cómo saber, sin la mirada,
la hermosura del bosque, la grandeza del mar?

El bosque estaba tras de mí; lo conocían
mis oídos: el rumor de sus hojas,
la confusión del canto de sus pájaros.
Sonidos que venían de un remoto lugar.
Y el mar del otro lado, golpeando
la frente, sin rozarla,
cubriéndola de gotas. Era mi piel
quien descubría su frescura,
mi soñoliento olfato quien entraba en el pecho
su duro olor.
¿Pero cómo saber, sin la mirada,
la hermosura del bosque, la grandeza del mar?
Porque no había más, en el lugar del pecho,
que una extendida sombra.

(¿Mas qué frío candente mis párpados abrasa,
qué luz me desvanece, qué prolongado beso
llega hasta el mismo centro de la sombra?)

Joven el rostro era,
sus labios sonreían,
y el retenido fuego de su cuerpo
era quemada luz.
Entramos en el mar, rompíamos
el cielo con la frente,
y envueltos en las aguas contemplamos
las orillas del bosque,
su extensa fosquedad.
Miré, tendidos en la playa, el rostro:
contemplaba las nubes;
y el retenido fuego de su cuerpo
era un sombrío resplandor.
Penetramos el bosque, y en las lindes
detuvimos los pasos;
perdido, tras los troncos, miramos cómo el mar
oscurecía.
Tenía triste el rostro,
y antes que para siempre envejeciera
puse mis labios en los suyos.


Rapsoda: Elisabet Cruz


Mira y escucha en YouTube:Francisco Brines

1 comentario:

  1. Francisco Brines: poeta, miembro de la real academia, premiado en diversas ocasiones, profesor, por lo que yo le considero un poeta ilustre. Sus poemas contienen, además de una belleza real, una armonía que crea espacio para sumergirte en sus paisajes, en esas vidas que sabe recrear para llegar a nuestro intelecto, sea cual sea. Entramos con su primer verso de puntillas y, sin apenas darnos cuenta, nos vamos adentrando en ese mundo mágico de su sabiduría y formas de narrar la vida.
    El bosque estaba tras de mí; lo conocían mis oídos: el rumor de sus hojas, la confusión del canto de los pájaros. Sonidos que venían de un remoto lugar. Y el mar del otro lado, golpeando la frente sin rozarla.
    Francisco Brines, un gran poeta.

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