TORMES
En la contemplación del agua
lavas horas, tinta, pasos
que vuelan como hojas
de otoño.
No amanece aún bajo tus arcos
y ya la orilla está colmada
por un brillo de ánsares viajeros.
Nacen siglos de ti, de cada luna
sumergida en estas aguas,
Lázaro,
nuevas todavía.
Ni capiteles, ni volutas,
dicen tu estampa, no te contienen
sino frágiles juncos o feraz maleza.
Y mis ojos, sí, mis ojos,
ahora,
lavándose en el libro del desamparo,
casi invisibles tras el aire.
Como al nacerte,
Tormes,
desde la nieve.
SONATA
PARA VIOLÍN SOLO
...Incluso cuando estoy solo, camino
entre los hombres.
(Lêdo Ivo, Plenilunio, Vaso Roto ediciones, 2010)
Deserté de los hombres, de su inmisericordia,
Y fui cigüeña. En un mar de hojarasca establecí mi reino
Y junto al agua hallé los restos
De sus vidas. Hojarasca y maleza adornan hoy
Las paredes más nobles de mi albergue.
Las glorias, el precioso don de sus gargantas
Que se fija en el negro
Perfil de símbolos escritos, olvidados,
Son ahora mis sábanas, cortinas
O el juguete espiral de mis polluelos.
Deserté de los hombres. Fui cigüeña.
Sobrevolé las horas más frías de la noche
Sumergida en espacios silenciosos, más allá de los círculos
Que abrigan la ciudad. En los abismos
Claros del horizonte,
He dibujado sendas invisibles para ti, para vosotros.
Y ni siquiera en los anocheceres
Abandoné la voz desnuda de mi nido.
Supe al instante que en aquellas regiones delicadas
Lo inalcanzable borra sus contornos,
Que la luna se aferra a mi batir de alas. Y fui ave.
Supe tejer la red de un escenario breve, fértil,
Urdido en interludios de sol y migraciones blancas.
Recorrí viejas rutas inscritas en mis ojos por un sueño.
Y amé la lentitud, casi el letargo, de los caracoles.
Rocé la magia, el bucle impredecible de las m ariposas.
Deserté de los hombres. Fui cigüeña.
Vi sus rostros oscuros sombreados por bolsillos vacíos,
Y abracé la ternura desahuciada.
(Poema Finalista, galardonado con el
Primer Premio en el Certamen Literario
VI DIA INTERNACIONAL DE LA POESÍA EN SEGOVIA 2015
por votación unánime del Jurado y posterior votación de los demás
finalistas.)
Vicente
Rodriguez Manchado (Martiago,
Salamanca, 1957)
A mí, este poema me remonta a la rama más alta de un árbol, o al campanario de una bonita Iglesia adonde las cigüeñas construyen su nido, y nos miran, y deben pensar que estamos locos. Por esa locura de los humanos, muchos quisiéramos ser pájaro, o cigüeña. Ocupar ese espacio libre donde la libertad nos aguarda. Esta cigüeña, Ama la lentitud, casi el letargo de los caracoles. Sobrevuela las horas más frías de la noche, mientras la luna se aferra a su latir de alas.
ResponderEliminarEste poema me parece entrañable, roza la magia, el bucle impredecible de las mariposas, dibuja sendas invisibles donde nuestra imaginación se pierde en lo más hermoso.
Hoy, al conocer a Vicente Rodriguez, he tenido la oportunidad de leer otros de sus poemas, he de decir, que son de aquellos que te atrapan. También su apellido, es el de mi querida abuela.
Acertadísimo Jesús.