miércoles, 29 de abril de 2020

Los mundos oníricos de JESÚS PICO




NOCHE

I

Relámpago herido vienes
ensangrentando las calles,
muerte helada en tu mirar
enajenado de sables.
Relámpago herido, trueno.
Y nadie para acallarte.
Se agigantan las paredes,
está agonizando el aire:
frente a frente tú y mi miedo.
¿Dónde dormirán las aves
que me prestaban sus alas?
¿Dónde del sueño las llaves?
Angustia del perseguido,
del solitario y del alce.
Terror sin nombre y sin cuerpo
cercado de sombras arde.
Mirar de noche sin luna,
arcano nacido en martes,
secular odio profundo
inmolado en viva carne,
me juzgas desde el origen:
por ser hombre soy culpable.
Redondel corinto y oro
borda, vibrando la tarde,
primores y opacos miedos
con hilos de crueldades.
Paren plomo los fusiles
-¡Ah, gemidos de las madres!-,
biberones de metralla,
sangrantes juguetes de hambre.
Y bosques que son museos
sin ríos donde mirarse.
¡Horror de preñadas vírgenes
y niños artificiales!
¡Ah!, ¿dónde poner los ojos?
¿Dónde buscar un paisaje?
Secular odio profundo
enajenado de sables.

Están llamando a la puerta...
¡Yo no quiero ver a nadie!



II

Qué deseos maniatados
golpean en los cristales
sin conocerte siquiera
al acostarse la tarde.
Y este exótico lugar
con labios de mujer sabe
besar dulcemente el alma
mientras se acuesta la tarde.
Silencio último y primero,
mar rodeando este instante,
viento en calma, lluvia leve,
mientras se acuesta la tarde.
¿Dónde van tus blancas liebres?
Brincan, huyen, vienen, caen,
perseguidas por mis faunos
al acostarse la tarde.
Tan irreal y tangible,
tan desnuda de cadáveres,
tan redimida de tiempo,
te acuesta junto a la tarde.
Junto a la tarde te acuestas
y yo puedo transportarte
sobre un pañuelo de viento
voluptuoso y salvaje.
Y oreo años subterráneos
sobre tu piel, estandarte, 
símbolo humilde y altivo
de la libertad amante.
Ya se borran los contornos,
los ojos centran la imagen.
Cúpula loca de siglos,
muerte del diablo y del ángel.
Humedad de lluvia en celo
besa las nubes de encaje.
Celestiales garañones
trotan por el mundo exánime.

Murieron todos los vientos.
¿Quién golpea los cristales?



III

¿Así que morir es esto?
Contemplar el oleaje
con esta altura en los ojos,
verme romper tan distante
en las rocas doloridas
-mundo cansado de achaques
recogiéndose en sí mismo
para saltar con su sangre-
¿Así que morir es esto?
Agrio silencio sin talle,
sorda leyenda varada
en el último visaje.
Acaso despierte un día
de este morir ondulante,
de este contemplarme muerto
sin poder hablar con nadie.
Acaso despierte un día,
tal vez me despierte alguien.

La lluvia a lomos del viento
penetra todas las calles.


 Jesús Andrés Pico (Sardón de Duero, Valladolid, 1956)
 “Las manos en el río” (De donde nace el viento, 1989)






3 comentarios:

  1. Y ahora qué decir de este poeta, que al leerlo estaba pensando que estaba escrito para estos días. Poeta visionario, poeta rico en premios que allí donde va se lleva alguno. No, no es por casualidad, es que sus palabras vuelan al ritmo de las mariposas, como las olas del viento que acarician los oídos. Pero qué tiene la pluma de este poeta, que cuando lo lees quieres seguir leyendo más. Todavía no ha llegado al sitio que le corresponde, pero todo llegará, solo hay que esperar y el poeta ha de seguir escribiendo, ha de seguir llenando páginas para los que esperamos siempre un nuevo poema. Ayer estuve a punto de pedir un poema tuyo Jesús en el blog, y mira qué sorpresa me he llevado hoy.
    Pues que más puedo decir, que no seguiré para no pasarme el día diciendo cosas de tus poemas.
    Un placer siempre.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, María, por tu comentario diario que me anima a seguir en la línea iniciada. Y, por la parte que me toca, por tus elogios. El poema se publicó por primera vez en la antología "Veus y poemes", creo que en el año 79 (estaba haciendo la mili cuando lo editaron para Sant Jordi) Ya ha llovido, pero se conserva fresco y, más que actual (podría estar escrito hoy mismo, sobre todo la última parte), yo diría que es intemporal. ¡Qué gran poeta podríamos haber tenido si aquel joven hubiera seguido escribiendo y alguien se hubiera fijado en él!

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  2. Hay tiempo todavía, el poeta es joven y tiene mucha fuerza y mucha poesía en su cabeza.

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Félix Maraña

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