Desperté
sollozando esta mañana
al
ver mi corazón encoger el alma.
Saber
que te vi por última vez
y
no pude hacer nada.
Su
ausencia clara será eterna.
La
tumba un lecho perpetuo;
tez
al rojo; no brilla su rostro…
¡Una
triste mirada en los ojos!
El
aire es frío, de este año amargo;
oscuridad
entre multitudes ahogadas;
seres
banales que no aportan nada…
¡Dulce
tormento, falta de tu aliento!
Ignorante
muerte que robas sin control;
que
oscureces la vida sin remisión;
que
cortas las alas en medio del vuelo
y
pretendes tú, que no tengamos miedo.
Duele
el remanso de paz inocente.
Duele
el faro encendido sin alma.
Duele
la distancia entre mundos olvidados
y,
duele mi rechazo… ¡al no verte en calma!
Ser
espiritual siempre esperanza;
reencontrar
pronto nuestras almas,
esperando
donde estés sin desaparecer…
Porque,
un día, todos nos volveremos a ver.
Eva
Mora