jueves, 26 de abril de 2018

ASÍ SOMOS

Poesia a Trenc d'Alba (La Veu dels Poetes) apenas tiene un año de vida y una ya  larga trayectoria.
El  20 de marzo de 2017 nos constituimos como asociación y presentamos la solicitud a la Generalitat. Allá por el mes de junio acabamos con el papeleo y oficializamos nuestra entidad con sede en Sabadell. Y, con motivo de la Festa Major, el 1 de septiembre dimos nuestro primer recital en el casal Pere Quart.
Desde entonces, hasta el pasado 21 de abril que recordamos a Joan Oliver a través de sus versos, también el el Pere Quart, hemos llevado a cabo, si mal no recuerdo, dos recitales con poemas elegidos por los poetas o rapsodas participantes, en los meses de septiembre y diciembre, seis recitales temáticos (En Voz de Mujer, Miguel Hernández, Marcos Ana y, por tres veces, Antonio Machado) en lugares como Mollet y, ya en Sabadell: Torreguitart, Can Rull, Merinales, Can Deu y Covadonga y, el pasado 21 de marzo, con motivo del día Internacional de la Poesía un recital en el que,en la primera parte, se declamaron poemas de los poetas que han participado por tal motivo con la Institució de las Lletres Catalanes, desde el año 2008 hasta la actualidad. Naturalmente en lengua catalana. En la segunda parte, los poetas y rapsodas del grupo recitaron un segundo poema en castellano o catalán, elegido por ellos mismos.
Diez recitales en ocho meses, con todo el trabajo inherente que ello conlleva: trámites para conseguir locales, preparación de libretos, ensayos, cartelería... Pero es que además.varios de nuestros miembros han participado como invitados en recitales de otras entidades en distintos puntos de Barcelona, Lliçá de Vall, Cornellá, Mollet, Parets, Cerdanyola... Algunos, como Pedro Gómez y Jesús Pico, han presentado sus últimos libros en Caldes de Montbuí y Barcelona... Y las tardes de los lunes realizamos talleres de métrica, expresión artística y lenguaje figurado, amén de nuestras tertulias poéticas. Y editamos revistas monográficas de nuestros recitales y otras con poemas propios,
aparte de colaborar activamente es este blog. ¿Se puede hacer más por la poesía y la literatura en general? Sí, se puede: Cada primer miércoles de mes en Lliça de Vall, participamos en una tertulia que els Amics de la Poesia (varios de cuyos miembros pertenecen también a Poesia a Trenc d'Alba)
dedican a un poeta importante, tanto en lengua castellana como catalana. Y estamos ya poniendo toda la carne en el asador para que el recital de Poetas Románticos, el 19 de mayo, sea todo un éxito.
Actualmente, tras alguna baja y nuevas incorporaciones, somos 20 socios, la mayoría jubilados o pensionistas, con mucha ilusión y deseos de hacer cosas en pro de la cultura y dar a conocer nuestro trabajo.
Si te interesa la poesía y deseas ponerte en contacto con nosotros, lo puedes hacer comentando esta entrada o a través del correo poesiaatrencdalba@gmail.com.
En la página de eventos encontrarás reportajes fotográficos de nuestras actuaciones y en la agenda hallarás nuestras próximas citas.


jueves, 19 de abril de 2018

Vacaciones en La Manga del Mar Menor


     Mi romance con La Manga partió de unas vacaciones que disfruté en un hotel de la zona hace ya algunos años. En primera línea puedes oír el sonido de las olas, con la sensación de que están meciéndote. Quedé prendado del lugar. Tanto… que al año siguiente ya estaba buscando casa para el verano. Una casa modesta rodeada de pinos. Con un jardín de reducido tamaño, pero suficiente para estirarse en el césped y contemplar esas maravillosas estrellas que forman parte de nuestra galaxia. Una visión nítida y clara que solo se disfruta, alejado de focos de polución como son las ciudades. La mejor terapia que puedo encontrar para relajarme.
   Lástima que este verano estamos teniendo una plaga de insectos que parecen salidos de una película de terror, de dimensiones desorbitadas. Uno de esos bichejos está intentando entrar por la ventana de la cocina y yo no estoy por la labor de permitírselo. El año anterior se coló un avispón con la pretensión de hacer el nido justo al lado del calentador. ¡No, si tontos no son! Nos dio faena echar al pretendido okupa. A éste que entra le atizo con fuerza con la mano un tanto confundido. Ha quedado tocado. Se arrastra y retuerce por la superficie de la mesa. Y entonces me doy cuenta de que es una libélula, un caballito del diablo como le llamaba de niño.

   En ese tiempo vivíamos en Gavá. En una casa tan cercana al campo que solo contaba con una acera. El otro lado se componía, de un terreno poblado de algarrobos hasta donde alcanzaba la vista. A lo lejos, aunque no mucho, un pequeño altozano denominado Cal Amor. Esta pequeña montaña para mí era como una fortaleza encantada, donde encerraban doncellas secuestradas. Los algarrobos en sí, presentaban troncos y ramas retorcidas y grandes oquedades donde ocultarme de “mis enemigos”. En sus deformadas ramas y tronco yo sacaba a pasear mi imaginación. Para un niño con fantasías desbordadas era la mejor fuente de inspiración. De allí salían castillos, tronos y princesas a las que rescatar, y temibles gigantes. En una pared de tierra un tronco había adoptado forma de caballo. Una parte de aquel árbol crecía en horizontal y yo lo utilizaba como montura. Aquel lugar se convirtió en “mi reino”. A lomos de aquel magnifico corcel, unas veces caballero y otras rey, rescataba doncellas e impartía justicia. Cuando surgía la vena musical entonaba melodías del momento aferrado a las ramas, convirtiéndome en una mezcla de caballero-rey-trovador.

  Mi padre me observaba desde la puerta de casa, sentado en una silla con el respaldo apoyado a la pared y las patas delanteras en alto. Me advirtió sobre el peligro que suponía meterme en los huecos. Para un niño de diez años, la palabra peligro o precaución formaba parte del vocabulario que quiere ignorar. Con ese acento que aún conservaba del pueblo murciano de donde éramos originarios me dijo:

— ¿No sabe que eso agujero pueden cobijá toda suerte de bicho? —me miró un instante mientras liaba un cigarro.

—¿Bichos? —Pregunté yo apartándome rápido del árbol más cercano—. ¿Y qué bichos puede haber ahí?

—Por ejemplo, lagartos. Y puede que alguna serpiente. —Abrí un tanto más los ojos de lo que ya los tenía.

—Paere, no me asuste.

—Te lo digo en serio Nicolás. Ten mucho cuidado.

  Lo cierto fue que mi afán por meterme en los huecos entró en conflicto con el miedo y les cogí respeto. Así fue como dirigí mi interés a las pobres libélulas. Para atraparlas bastaba con hacerse de tallos con hojas de los arbustos. El toque no debía ser muy agresivo sino no lo contaban. Se trataba de acercarse con cautela y dejar caer las hojas sobre ellas. Después se las cogía por detrás de la cabeza para eludir los bocados. ¿Con qué fin? Imagináoslo. Con el fin de atarles un hilo a la cola y usarlas como cometas.

   Vi hacer esto mismo cuando desde el pueblo vinimos a vivir al Pirineo, a la comarca de la Garrotxa, cuando solo tenía seis años. Allí no me encontraba tan solo. Con Julio me llevaba bien, en cambio los mellizos eran insoportables. Ellos fustigaban a las libélulas y Julio y yo caímos en la tentación del juego. Mi madre me reprochaba, al darse cuenta de lo que hacíamos.

—Nicolás. Cómo sois capace de tortura de esa manera a esos animalicos.

 Como dije, el acento murciano no lo habían perdido todavía, ni la costumbre de acabar en “ico” los diminutivos. Llevábamos fuera de nuestro pueblo, Molina del Segura, cerca de dos años.

—Maere, no les hacemos daño. Usted no se preocupe.

— ¡Virgen del amó hermoso! ¿Cómo no le vais a hacé daño? Sí el probe animalico, estira pa escaparse y lo único que consigue es apretá el hilo.

  Intentaba convencernos para que las dejásemos en paz. Mi madre no se podía entretener mucho. Cargaba en la cabeza un balde de ropa recién lavada y todavía tocaba extenderla en los matojos y hierbas altas. Del pueblo vinimos a la Garrotxa, al pueblo de Tortellá. Mi padre trabajaba con las cuadrillas que hacían las carreteras que conocemos hoy, que antes de esos tiempos no existían. Por la noche mi madre, después de acostarme, se dedicaba a coser alpargatas de esparto, con cintas que se ataban a las piernas, típicas del lugar.

  Veo a la libélula arrastrándose y retorciéndose en la mesa y ahora entiendo a mi madre. Me pregunto cómo podía ser tan cruel de niño, y ahora no puedo soportar su sufrimiento. Me debato en dudas. No sé qué hacer. Sí acabar con su agonía con un golpe, o dejarle tiempo para ver si se recupera…
 
   Conocí a Blas en aquel primer verano que disfruté aquí en la Manga. Me aleccionaba sobre la necesidad de respetar las especies. Flora y fauna y la tierra misma, formaban una simbiosis renovadora. Me explicaba con aire trascendente.

—Nicolás, al planeta hay que darle tiempo. El mismo tiempo que se desplaza lento al esperar algún beneficio. Yo intenté cumplir con mi parte. Como patrón de una embarcación de pesca, me remití a la normativa que entonces era escasa. Llevando a cabo capturas razonables. Al principio, cuando éramos jóvenes y briosos, tuve enfrentamientos con otros patronos, en especial con Martín y siempre por el tema ecológico. Martín colocaba las redes a quince o veinte metros de la playa. Con este sistema se ponía de manifiesto la cantidad de peces jóvenes que quedaban atrapados en las redes. Yo me daba una vuelta por el espigón y rajaba las redes para que los peces salieran. Estuvimos varias veces prontos a las manos.

   Escuchar a Blas me hizo volver a mis recuerdos. Yo hasta entonces, no me había pegado con nadie y en Molina pasaba por blando. En los altercados con otros niños yo salía perdiendo. Me presentaba en casa sangrando a menudo. Mi padre por entonces trabajaba en el campo, mi madre en la conservera.
  Para los que trabajaban en el campo era bastante duro. Un sistema vergonzoso. Los parados se reunían en la plaza, y allí los capataces los elegían literalmente a dedo:

—Tú, tú, tú y tú. Venid conmigo.

  Y un día que los demás niños me tocaron las narices de las dos maneras posibles: Física y Psíquica, me revolví con puños y dientes apretados, propinando golpes. No sé qué me pasó…no escapé ileso, aunque salí digno. En aquella ocasión no fui el único en recibir.

  Blas continuaba explicándome el carácter de Martín. Sentados en el espigón cercano a la estación.

—Martín de niño, se comportaba como el típico matón. Los otros niños le temían. Era pendenciero. De naturaleza rebelde y belicosa, mantenía a sus padres desesperados en jaque. Siempre dispuesto en hacer lo que le viniese en gana. Ejercía de mafioso. Los demás niños tenían asimilado que si se acercaba, tenían que cederle el sitio. Más tarde puso las miras en Mercedes, Antón, abuelo de Mercedes no permitía la relación. No lo quería para su nieta, conociéndole. Martín la amenazó con agredir a Antón si se interponía. El abuelo que tuvo que superar la muerte de su hijo y nuera, se vio de pronto, al cuidado de una niña de cinco años. Lo que le llevó a replantear su vida. Dejó el juego y la bebida y se dedicó enteramente a su nieta. Un hombre jovial como pocos, con afición a los refranes, Antón no dialogaba, “refraneaba”. Resumiendo… Martín violó a Mercedes, y Antón le dio muerte.

  He vuelto como cada año a la Manga. Este lugar me gusta, aunque este año esté plagado de insectos. Y aquí me tenéis, contemplando la inmovilidad de la libélula. Su cuerpo ha quedado varado en una postura grotesca. Todo el encanto de este lugar no proviene tan solo de los paisajes.Tampoco de las aguas tranquilas y los barquitos con sus velas blancas. El principal atractivo de este lugar, proviene de la amistad de Blas. Este viejo lobo de mar, que me cuenta historias asombrosas e irreales, que enganchan. De fuerte constitución, a pesar de su pelo y barba blanca, su fortaleza se hace patente… aguanta bien las caminatas.
 
  Sus historias no cesan. Solo que desde hace un tiempo hace pausas largas, mira las gaviotas, se hace el distraído. Creo que este viejo zorro me ha tomado la medida. Yo diría que espera que atraído por esas narraciones que ahora parece estar dando por entregas, se asegura mi vuelta cada año a este lugar. A la cita con el narrador. También yo tengo una historia que contarle a mi buen amigo, al ecologista, al defensor de criaturas diversas.
   Hoy he acabado con la agonía de una libélula que sufría… ¡de un zarpazo! No sé cómo se lo voy a decir…




Auri García.      

















sábado, 14 de abril de 2018

AFORISMOS, MÁXIMAS, SENTENCIAS Y MORALEJAS

  Unas, inventadas; otras, tomadas del refranero popular y rimadas.



  
Amor con amor se paga.
Favor con favor, también.
Un negocio que naufraga,
no necesita almacén.

Se prefiere el “Quiero” al “Puedo”.
Y un “Toma”, a dos “Te daré”.
El valiente siente miedo,
pero le empuja la fe.

Cuanto más tienes… ¡Más quieres!
Los hombres lloran a solas.
Al que canta “Misereres”
le coronarán aureolas.

Si por dinero te vendes,
te conviertes en esclavo.
Si tu hacienda no defiendes,
resígnate al menoscabo.

El listo quiere saber.
El valiente, conquistar.
El avaro, poseer
y, el cobarde, desertar.

La cultura del trabajo
previene contra el fracaso.
Si no muevo el espantajo,
las aves no le harán caso.

Cuando oigas sonar campanas,
no averigües dónde están.
Las “togas” y las “sotanas”
se sustentan en tu pan.

Dicen que el amor es ciego,
porque la maldad no ve.
No quiero jugar con fuego
o, al final, me quemaré.

Mares tranquilos, serenos,
no hacen buenos marineros.
Carretas con buenos frenos
no forjan buenos arrieros.

La luna, aunque se halle sola,
no dejará de brillar.
Una ola empuja a otra ola,
nunca está quieta la mar.

Quien calla, parece idiota.
Quien habla mucho, lo es…
si su ignorancia le embota
y su estupidez le ves.

Siempre acaba derrotado
quien no se atrevió a luchar.
Hasta hoy, nadie ha encontrado
la aguja en aquel pajar.

Sólo gobernará un “tuerto”
si están “ciegos” los demás.
Cuando el postigo está abierto,
entra, en casa, Satanás.

El cementerio está lleno
de hombres justos y valientes.
Un escabroso terreno
se anda con uñas y dientes.

El sabio apunta a la Luna
y el necio le mira el dedo.
A quien nació en alta cuna,
los de abajo le dan miedo.

Luis Arranz

miércoles, 11 de abril de 2018

ANDÁ CANTALE A GARDEL



Andá cantale a Gardel
a las chicas de New York
como
las golondrinas
como
las madreselvas en flor
son de un solo verano.
Andá cantale a Gardel
sonrisa Kolynos
chambergo gris
melena a la gomina
producto internacional.
Andá cantale a Gardel
el secreto
del nacimiento
de un  genio
en un mundo
pelota de trapo
que siempre fue
y será una porquería
ya lo sé.
Letra tanguera
que se morfa
hasta la última utopía.
Andá cantale a Gardel
piojo más que piojo
la suerte que tenés
de escuchar su voz
entre el ruido de las púas
el rasgueo de las guitarras.
Andá cantale a Gardel
en la querencia
mate amargo
en la extranjería
obligado mate
de un solo trago.
Andá cantale a Gardel
solo como Leguisamo
intentando volver
aunque sea
con la frente marchita.
Si te acusan de plagio
gayola.
Si admiten tus elogios
ni se nota.
Andá cantale a Gardel

el mito que estalla
por los aires
y cada día canta mejor.
Andá cantale a Gardel
porque la fama
paga las cuentas
y en la eternidad
las tenés más que saldadas.





Ana de la Arena
abril/2014

domingo, 8 de abril de 2018

Un cuento breve de Ana de la Arena


Ella se había hecho una foto imitando a Scarlet O`Hara; la falda extendida sobre la tierra dura y gris, y una pamela en la mano.
Él con un pase en la mano que le habilitaba para viajar gratis en el ferrocarril.

Eran muy jóvenes.
Se casaron.
Ella de negro.
El sin corbata.


El ratón de ojos brillantes asomado desde un saco de semillas la vió volar palomas para el concurso de la Colombófila. Los vió amarse en la cama, contra la pared del comedor, en la cocina... Vió crecer sus dos nenas flacas y feas.

El ratón  la vió tender la ropa con un pañuelo que le ocultaba la cabeza calva.
El ratón vió tender la ropa a las nenas flacas y feas.
El ratón vió el lento emigrar de las palomas. Vió el cajón negro a hombros de los parientes más fuertes y a él llorando con las niñas flacas y feas de la mano.

El ratón desde el saco de semillas medio vacío, sin pensárselo, se fué tras ella. 

Ana de la Arena
febrero/2018




lunes, 2 de abril de 2018

Crónicas del Orbe


En los tiempos en que solo quedaba en todo el Orbe una única raza, los Idnum, descendientes de los seres humanos, surgió una gran Bestia llamada Dadlam, de insaciable apetito. Su auge se debió al vasallaje y seguimiento que le ofrecían los Natirri, grupo evolucionado de Idnum que sustentaban cargos de relevancia y llevaron al Orbe a la inexorable extinción. El Orbe pudo tener en el pasado condiciones idóneas para los humanos. Toda la información se encontró en recopilaciones visuales y documentos que éstos dejaron para la posteridad.

A partir de entonces la vida debe competir con un gran Súper Desierto. Un lugar descomunal, inhóspito, carente de alimentos y vegetación. Bajo la superficie de los océanos nada se mueve, todo está tranquilo. Las criaturas que poblaron alguna vez las vastas aguas murieron en lo que fue una lenta extinción. Los océanos se salaron tras la derrota de Arreit, la Mole que plantó cara a la Bestia secundada por los Idnum afines. Los seguidores de ésta, eran inferiores en fuerza y numero ante el avance desmedido de Dadlam. Arreit fue hecha prisionera y encadenada y lloró durante siglos de cautividad. La sal de sus lágrimas invadió ríos, lagos y llegó al mar y acabó lentamente con todo animal que se desarrolla en el Orbe. 

Cuando la Bestia Dadlam y sus seguidores cayeron vencidos por la inanición, después de haberse hecho con todo lo que de valor hallaron en el Orbe, pusieron sus miras en las estrellas. Pero las estrellas y sus compuestos eran elementos de difícil alcance, gastando todas sus energías en explotarlas sin demasiado beneficio.
Faltos de producto del que adueñarse, la Bestia y los Natirri desaparecieron sin que nadie supiera cómo fue y dónde habían ido.

  Nuevos seres llegados de las estrellas originaron la esperanza de los Idnum. Los Ajeba, prototipo de evolución futurista, liberaron a Arreit. Estos entes parecían estar preparados en lo necesario y preciso para recuperar el Orbe. Bajo su consejo se cavaron zanjas por debajo de los veinte metros, para evadir el calor tórrido del día. Plantaron extraños vegetales de doble raíz que trajeron con ellos. Estás plantas, con una raíz aferrada al suelo y la otra al aire, disponían de movilidad en los extremos aéreos para captar durante la noche las pequeñas gotas de humedad que se forman con la caída de la temperatura nocturna.
  Los Ajeba son seres cuánticos constituidos por pequeñas partículas y quark. No disponen de una anatomía estructural sino que se mantienen unidos por la fuerza de adhesión electromagnética. Estos elementos poseen la particularidad de desintegrarse solo con invertir esa fuerza y convertirse en seres individuales, sin perder la condición de colectivo. Se mueven por el espacio-tiempo como exploradores.
  Los límites de estas entidades son casi inexistentes y, cuando la humedad es excesiva, cubren los rayos del sol con millones de sus partículas, y evitan así problemas de excesiva humedad y por tanto, y por extensión, de la sal.    
  Las exploraciones periódicas de los Ajeba, ofrecieron beneficiosos resultados. Con la liberación de Arreit se había conseguido agua dulce en el planeta. ¡Los Idnum estaban salvados!
La recuperación del Orbe no se hizo esperar. Poco a poco las aldeas se recobran.     Las ciudades tienen de nuevo razón de ser, como grandes metrópolis que prosperan. Arreit, la Mole, se muestra satisfecha. Y entonces tal como desaparecieron, resurgen los Natirri… y la Bestia; ¡Dadlam! Pero esta vez están preparados… Los Idnum cuentan con los Ajeba.  
                                                                               

     Auri García 17/04/17



UN CABALLO SIN RECELOS de Encarna Jiménez de la Cruz. Revista poètica 1.26

  Cuando cabalgo, a la grupa, de un caballo sin recelos, por una playa de seda, le doy al agua mis versos. Son palabras engarzadas...