lunes, 28 de febrero de 2022

PUEBLO LABORIOSO. María Naranjo


Sabadell, que nunca duerme

y amanece entre vapores,

es un pueblo laborioso,

sumido en un ajetreo

de gentío y de colores.

 

Gentes que llegan de lejos

a fabricar los tejidos,

que con mucha diligencia

muy pronto son adquiridos.

 

Unos que van, otros vienen,

las fábricas nunca cierran.

Entras, te pierdes, te engulle    

ese ruido, te ensordece.

 

Esas máquinas gigantes

que tú tienes que cargar,

con esas mechas enormes

que apenas puedes llegar.

 

Al lado,

el ruido de los telares

es algo que te sumerge

en una baga neblina

que te abraza sin medida.

Todos llegan perfumados,

a su turno cada cual,

con ánimos al trabajo,

sin pensar en nada más. 

Y van pasando las horas

con esa monotonía,

entre máquinas ruidosas

que se quedan tu energía.

 

Son horas que no se acaban,

que no llega el nuevo día,

con el cuerpo dolorido

después de estar doce horas.

 

Pero así es Sabadell,

generoso, laborioso,

reino textil del Valles,

muy acogedor también,

nombrado por sus tejidos.

 

Pero de este Sabadell

ya solo podemos ver

unas pocas chimeneas

y aquella torre del agua

que nos contempla orgullosa.

lunes, 21 de febrero de 2022

CANTO DE CALANDRIA. Gracia Espino

 


Tus ojos son el imán

que están robando los míos;

tu voz, canto de calandria,

en mayo, al borde del río.

 

Tus labios, perlas de rictus,

hablan, me cuentan secretos,

se siente, ¡están nerviosos!,

se están sintiendo indiscretos.

 

Tu cuerpo cubierto en lino

teniendo yo que soñarlo

donde yo deseo dormir

y noche y día mimarlo.

 

Tu pecho de albahaca tierna

quise que no te doliera

mientras yo sigo pensando…

tú dices, espera, ¡espera!

 

Tus piernas van caminando

con andares de paloma

y yo te voy contemplando

de lejos, en una loma.


Tu pelo de fina seda

que reparte emociones

es fuego de una hoguera

encendiendo corazones.

 

Tu boca me hace soñar

viajando en la luna cana

en ella quiero anidar

para verte engalanada.

 

Tus ojos dicen ¡te quiero!,

y tú me lo estás negando

más los míos te responden

que en tu iris estoy nadando.


Gracia Espino


Canto de calandria


martes, 15 de febrero de 2022

EL SIL. Araceli Moretó


                                                     


        

Los muros en verde musgo.

Helechos en color cobre.

Doradas hojas del roble.

Negras tierras del camino.

Pinaza roja en tapiz

abriga el suelo del pino.

 

El brezo en tono rosado

viste de lujo laderas.

El Sil nos muestra, allá abajo,

sus aguas, oscuras, negras.

 

Serpenteantes caminos.

Vértigo de acantilados.

Monasterios escondidos

entre bosques de castaños.

 

Las aguas del Sil se remansan.

Serpentea entre montañas

con sus oscurecidas aguas,

sedimentos de las tierras

que le dieron ser y alma.

 

Laderas que tocan las nubes

y bajan a besar sus aguas

y la vid, omnipresente,

en vertiginosa escalada.

 

Verdes tallos, altas matas

y, surcado el cielo, el águila,

en tanto que entre las aguas

navega una barca blanca.

 

¡Silencio! Tan solo el viento

que, sutilmente, se exclama.

¡Silencio! Tan solo el agua

que, suavemente, desplaza

la barca que nos pasea

por este paraje de calma.

 

¡Silencio! Tan solo el alma

de ancestrales cunas sabias.

El Sil, costumbres, vivencias,

sus aguas, profundas, quietas,

y el sordo rumor de una barca…

 

¡Lujo de naturaleza!

Por donde la niebla espesa

se pasea, a sus anchas.


Araceli Moretó. 

(Cañones del Sil, 2021)

 

jueves, 3 de febrero de 2022

ÁNGEL GUINDA. In memoriam

 


Poemas de Ángel Guinda (1948-2022)



               





UN HOMBRE FELIZ



Fue feliz compartiendo

los cantos y las risas,

la pobreza, el dolor.

Retozando en la escarcha,

comiendo y bien bebiendo.

Alegre a pleno sol,

solo en el descampado

o entre la muchedumbre.

Fue feliz de estar vivo

y afrontar las desgracias

ajenas como propias,

sereno o agitado;

liviano haciendo el muerto

sobre la piel del mar.

Fue feliz desterrado

de la realidad.

Feliz bajo la noche

coronada de lámparas,

en batallas de amor

que hacen temblar las sábanas.

Fue feliz derribando

murallones de lágrimas,

hablando con los astros,

escuchando a la muerte.

No descarta

ser feliz bajo tierra

mientras sigue la vida.



(de Catedral de la Noche)




                                                                               








ME HE FUMADO LA VIDA



Me he fumado la vida

como el tiempo

se me ha fumado a mí.

Mirad esta laringe, esta tráquea,

estos bronquios y pulmones

ametrallados por la nicotina.

He fumado los gases subterráneos

del Metro en sus andenes;

el aire de Madrid, sucio

como una traición a la luz más hermosa;

las nevadas del yeso en las pizarras,

la hoguera negra de los tubos de escape,

las hojas secas de la marihuana,

el asfalto, la niebla, la humedad,

la avellana tan blanda de los clítoris,

la espesa polvareda de lo siniestro

cuando huía de mi sombra,

y mi vida hecha polvo,

y el polvo que seré

bajo el árbol secreto de la muerte.










MORIR



Morir es no volver a estar

-a la misma hora-

en los mismos lugares,

con las mismas personas.

No aparecer, cada mañana,

como esa gran luz nueva

disuelta entre las cosas;

dejar interrumpidos los trabajos,

los viajes en punto muerto.

Ajenos a los mares y a los astros.

Morir es estar quietos, sordos,

ciegos, mudos, desaparecidos,

desconectados de todos y de todo,

de nosotros también;

no regresar a casa nunca más.

No emitir ya señales,

recibirlas tampoco.

Morir es no volver.










LOS MUERTOS



Llegan lejos las manos de la ausencia

hasta alcanzar el mundo de los muertos:

los muertos que nos viven,

los muertos que nos matan,

los muertos que vendrán a visitarnos,

los muertos que están vivos,

los muertos que nos llaman,

los muertos que se vuelven a morir,

los muertos que en la muerte nos esperan.



(de Catedral de la Noche)

                             
                          Dibujo de Mar Lozano Carrasco



Poemas e imágenes tomadas de su muro, donde sus amigos le rinden homenaje: https://www.facebook.com/angel.guinda.1

UN CABALLO SIN RECELOS de Encarna Jiménez de la Cruz. Revista poètica 1.26

  Cuando cabalgo, a la grupa, de un caballo sin recelos, por una playa de seda, le doy al agua mis versos. Son palabras engarzadas...