domingo, 30 de agosto de 2020

La paleta de colores de ARACELI MORETÓ

 

PINCELES DE COLORES

 

Rojo intenso que en esta rosa luce hoy con más primor.

Azul cielo que ilumina esta mañana de esplendor.

Blanco límpido en las montañas, allá en las altas cumbres.

Pardos campos cultivados. Allá, un rebaño de ovejas

que, blancas como la nieve, por la cuestecita suben. 

Verde, verde esmeralda, en las extensas praderas.

Matices perfectos, perfecta naturaleza.

 

El riachuelo baja, alegre por entre piedras,

cantando una vieja nana, que me cantaba mi abuela.

¡Mira niña, mira el agua que, cantarina, te observa!

¡Mira niña, como corre por entremedio las piedras!

Y yo, el agua miraba, y oía como cantaba

aquella preciosa nana. El agua ahora me observa

como cuando era pequeña.

¡Mira niña, mira el agua!

repito pensando en ella.

 

Andando por estos valles, a paso lento y tranquilo,

avanzo por entre olivos, almendros y altivos pinos,

el agua del riachuelo me acompaña en mi camino

y en un angosto rincón escucho el canto de un grillo.

 

Parece todo tan quieto, tan quieto, profundo y frío….

Oscuro rincón del mundo, un rincón tan solo mío.

El agua sigue cantando. Entre el silencio escondido

el aire mueve las ramas. Suenan acordes de nanas

 y suenan voces lejanas que cantan como este grillo.

 

Asomada a mi ventana, vi una rosa esta mañana

despertándose, lozana, sobre un paisaje idílico.

 

Es un cuadro muy bonito, me repiten entendidos

la rosa, el prado, el campo de los olivos

y esas ovejas balando por entre verdes caminos.

El agua del riachuelo te acompaña en tu sendero

hasta una ermita muy vieja, testigo de varios siglos.

 

¡Ay pinceles de colores! ¿De cuántos os han vestido?

Azules, verde esmeralda, rojo intenso o gris perla

son tus matices perfectos, perfecta naturaleza.

lunes, 17 de agosto de 2020

Luis Arranz: siempre la misma historia, la misma Historia siempre.


             BREVE HISTORIA

 

 La vida era fácil, en tiempos pasados:

cazaban… pescaban… tenían ganados…

cogían los frutos… campos cultivados…

hombres y mujeres, sencillos y honrados.

 

Todos trabajaban. Pero… ¡alguien gritó!

“yo os defenderé… el Rey seré yo”.

No trabajó más. Y se enriqueció

cobrando tributos que el pueblo le dio.

 

La ley de la tribu fue la del más fuerte.

Alzaron las armas, para “convencerte”.

Verdad y Justicia, heridas de muerte.

De opinar, entonces, mejor abstenerte.

 

De fuera llegaron: llegó la  contienda…

¡Salvemos la vida! ¡Salvemos la hacienda!

¡Que el pueblo se una! ¡Que la gente entienda

que todos estamos en la misma senda!

 

A la guerra fuimos, nos iban matando.

El Rey -y los suyos- de lejos, gritando:

“Pegadles más fuerte, que estamos ganando”.

¡Heridos y muertos íbamos quedando!

 

Muchos inocentes mueren cada día

en guerras absurdas. El Poder les guía.

¡Hay armas masivas! (Alguien nos decía).

¡Todo era mentira! Después se veía.

 

¿Cambiar el gobierno? El rico no quiere

que gobierne el pobre (la guerra prefiere).

Alteran el orden y la gente muere.

Al golpe de Estado, el débil se adhiere.

 

¿Pide, el militar, una dictadura?

Se instaura. Y la ley es estricta y dura.

Mientras, el gobierno fusila y depura

a la oposición… ¡Siempre mano dura!

 

El pueblo sencillo es el sufridor.

Si gobierna el fuerte, pobreza y dolor.

Si –harto- se levanta, aún es peor…

Nos matan a todos… ¡Ay, Señor, Señor!

 

La Historia está llena de luchas sociales.

Los reyes y nobles: necios… inmorales...

Los ricos burgueses amasan caudales.

Y, muchos políticos, viles, desleales.

 

Por eso dije antes que, siempre, la ley

defiende, a las claras, al noble y al Rey.

Ofende y excluye al resto… la grey.

Y reduce, al hombre, al nivel del buey.

 

Color colorín, color colorado.

¡Qué malo es vivir mundo falseado!

Sentirse, en la vida, siempre castigado,

por haber nacido sencillo y honrado.


Luis Arranz

(Del libro inédito "Manifiestos de una vida") 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

UN CABALLO SIN RECELOS de Encarna Jiménez de la Cruz. Revista poètica 1.26

  Cuando cabalgo, a la grupa, de un caballo sin recelos, por una playa de seda, le doy al agua mis versos. Son palabras engarzadas...