miércoles, 30 de mayo de 2018

Un cuento breve de Ana de la Arena

...ahora va la abuela y nos cuenta los del pseudónimo, peor si cuenta lo del circo Sarrasani cuando se le cayó la ecuyère en la falda del abuelo, en aquel palco de terciopelo rojo que casi tocaba la arena y que les regaló el representante de los artistas y la abuela sacó el paraguas  y le pegó en la cabeza al abuelo y a la ecuyère y el caballo empezó a escarbar la arena con la pata delantera y la gente empezó a aplaudir creyendo que estaban haciendo un número cómico, NO, mejor que nos cuente lo del pseudónimo...



Ana de la Arena
mayo/2018

domingo, 27 de mayo de 2018

FIN DE MES POÉTICO

El pasado jueves 24 de este mes de mayo, Poesia a Trenc d'Alba participó junto a otros grupos en el Matí Literari organizado por el Ajuntament de Sabadell dentro de los actos de la Festa Gran, 2018 en el Casal Pere Quart.
El sábado, 26, en colaboración con la Asociación de Vecinos  de La Concordia, en el marco de las fiestas del barrio, pusimos sobre el entarimado del salón de actos del Centre Cívic de Lusitania, 3,
una muestra de nuestra manera de hacer y recitar poesía, acompañados por la guitarra de Joaquín Teruel, quien junto a Dani Blanco interpretó temas de su último disco.
Y el próximo día 29, cerraremos el mes conmemorando el 50 aniversario de mayo del 68 con un recital de Poesía Revolucionaria en la cafetería Velòdrom de Cal Balsach, con micro abierto a quien quiera participar, organizado por El Velòdron y Poesia a Trenc d'AlbaAllí os esperamos a todos.

Aquí una muestra fotográfica de los dos últimos recitales:

FESTA GRAN













CONCORDIA






















lunes, 21 de mayo de 2018

LOS CÓMICOS


Cómicos ambulantes y pomposos
que pasean la geografía entera,
pretenden salir  en su guión airosos;
sin alfombra roja, sin cartelera.
Amenos actores desde la cuna,
impelidos por su papel, van a una.

Dominados por la misma pasión,
a los personajes forjan activos,                
los ponen firmes a la actuación
los nutren en la función siempre vivos.
No hay bambalinas para el director,
que la escena afronta, sin bastidor.

Van recorriendo los pueblos y aldeas
cobrando los aplausos, y ovaciones.
Sin butacas, palcos y las plateas,
llevando emoción a los corazones.
Obras de padre ilustre y notorio,
lo mismo es "un Shakespeare" que "El Juan Tenorio"

Dándoles vida a unos personajes
con un interpretar que es infinito,
declamando con un tono exquisito,
ubicando en la época, los ropajes.
Emisarios de historias y guiones,
promoviendo el sentir y sensaciones.

Auri García.








viernes, 18 de mayo de 2018

POBRECITA MI PENSIÓN


Desde el año 2010 hasta hoy, entre recortes y congelaciones por un lado; y la subida brutal de los precios, por el otro; las pensiones se nos han quedado “enanas”. Este poema intenta reflejar la situación de muchos pensionistas.


POBRECITA MI PENSIÓN






  ¡Pobrecita, mi pensión!
¡Cuán frágil y pequeñita!
¿Por qué tamaña agresión?
¡Lo que se da no se quita!

  El dinero que percibo
no es un “regalo especial”.
Es mi derecho más “vivo”.
El más digno. El más vital.

  Muchos años cotizados
para poder jubilarnos.
Dineros que –malgastados-
quieren volver a cobrarnos.

  Todos derrochan caudal:
las entidades locales,
la Administración Central,
gobiernos territoriales…

  “Los pensionistas hoy son
una carga inaguantable”.
Nos ha insultado un “chupón”
en tono vil ¡Miserable!

  ¡Matadnos, ya, de uno en uno!
¡Y así no hay jubilaciones!
Este es el modo en que alguno
pretende dar soluciones.

  Con mi pensión malvivimos
mis hijos, yo y mi mujer.
Por la mañana pedimos
para –en la tarde- comer.

  La nevera está vacía;
el agua me la han cortado;
el tendero no me fía…
La casa me han embargado.

  Somos avecillas presas
en garras de un gavilán.
Nos engañan con promesas
mientras nos roban el pan.

  “No se preocupen ustedes,
que nosotros lo arreglamos”
-nos dice desde el “Mercedes”
que, entre todos, le pagamos-.

  ¿Qué hicisteis con nuestra hucha?
¿Quién tiene nuestro dinero?
¡El que pasa hambre no escucha!
¡Mi paga… es lo que yo quiero!

  ¿Dónde están los “verdes brotes”
que anunciabais con furor?
¡“Perico el de los Palotes”
gobernaría mejor!


       Luis Arranz Boal






miércoles, 16 de mayo de 2018

Suspense rioplatense


Con esta humedad y con este calor no hay quien trabaje en un cuento de suspense para el diario boludo de los domingos. Si mañana no lo mando no cobro y si no cobro no me voy a Punta del Este, no me saco el gusto de estar con Marcos en el Super Hotel de Cantegrill, ni me saco este color blanco cadáver de Buenos Aires, ni me baño en el mar. Lo llamo:

-       ¿Marcos? ¿Estás en la playa?
-      ....
-      Yo aquí sudando como una loca, el pelo atado, el ventilador y una cerveza, pero tengo el cerebro seco.
-      ...
-      ¿Cómo que qué quiero que hagas? Mandame una de tus ideas geniales, un cuento cortito pero espeluznante, así cobro y voy para allá.
-      ...
-      ¡Bah¡ Tirame una idea, no te vas a arrepentir boludo. Si no cobro no voy y vos te lo perdés.
-      ...
-      Si querido, yo también me lo pierdo, obvio.
-      -...
-      Claro que podés, Mandámelo por email, lo reenvio, cobro y me tenés en Colonia en el de las diez.
-      ...
-      Si amor, todas las vacaciones tuya.

    MarcosM.A.junior@

Asunto: cuento suspense, argumento, arreglate como puedas.

“Una chica rubia, un minón, biquini de tanga, toma el sol al lado de un bolso de paja. El bolso se mueve y se va hundiendo poco a poco unos centímetros en la arena. La chica se levanta de la lona donde toma el sol de espaldas. Se dirige a una señora que esta en una reposera debajo de una sombrilla sacándose con disimulo los pelos de las piernas. La rubia le pide que le cuide el bolso mientras ella se baña. La señora asiente. Cuando vuelve a buscar el bolso la señora lo señala con extrañeza y hace gestos como que el bolso se ha movido, indiscreta le pregunta que hay adentro. Ella sonriente la tranquiliza. Todo se mueve. Es la reverberación del sol de mediodía. Vuelve a su lona, se hace una cola de caballo con el pelo chorreando, sin secarse se envuelve en un pareo en forma de vestido y se va quemándose los pies y con el bolso bamboleante. Llama con el  celular desde el paseo. Diez minutos más tarde estaciona un Mercedes colorado. De la ventanilla del que maneja sale un brazo musculoso y peludo con reloj dorado en la muñeca. Señala el baúl del coche. No se le ve la cara. La rubia abre el baúl, deja con delicadeza el bolso, le echa una mirada, ¿de despedida?, ¿de pena?, ¿de alivio?. Se acerca a la ventanilla y el hombre le da un sobre blanco apaisado y arranca a toda velocidad sin saludar”.

Te quiero, no tardes.
Marcos
..........................................................................................................

Lo llamo:
Ya llegó el cuento, fenomenal, sos un genio.
....
 Ahora hago una copia, lo mando tal cual, tanto hinchar con el soporte informático. Dale, ahi va, cuento de suspense, con soporte informático y todo.
....
¡¡¡Iujuuu!!!! Mañana lo llevo, cobro y directo al catamarán. Por fin ¡¡¡VACACIONES!!!!

Ana de la Arena
mayo/2018













domingo, 13 de mayo de 2018

EL PERDÓN Y EL ORO DE LOS CUERVOS


   César Manrique, agoniza deseando que la enfermedad acabe con su sufrimiento. En pleno delirio nota a su mujer muerta sentada a los pies de la cama. Guadalupe le habla, le calma, le anima a abandonar el mundo terrenal, y que la acompañe al más allá. El recuerdo de él, siempre fue para esta mujer y la hija a la que no llegó a conocer hasta pasados bastantes años. A Lupe la tuvo que dejar hacía mucho tiempo, en aquel momento embarazada y sin fuerzas, en aquella cabaña entre montañas, en plena tormenta de nieve. No hubiese aguantado bajo aquel temporal de frío y rachas de viento. Aquella familia la acogió y él la dejó allí porque temía por su vida.
  César por entonces, apenas superados los treinta, tenía en mente buscar un sitio donde establecerse. Fundador de este pueblo que lleva su nombre; Manrique. Tuvo suerte en la extracción de oro del rio Hondo, fundamentado en si lo sobrevolaba el cuervo con sus graznidos y los vuelos circulares sobre el rio, vinculados certeramente a un hallazgo. Estas aves parecían conciliar su presencia con la buena suerte en el descubrimiento de pepitas. César errado, creyó que era suficiente con la presencia de este córvido. Acabó atrapando uno y metiéndolo en una jaula. Cada cuadrilla se hizo con uno bajo sus órdenes. Para cuando fue a darse cuenta, que lo que realmente hacia posible la localización de este metal valioso, era sus tonos dorados, que estos animales captaban en la retina sus destellos, era tarde.
  En cautividad mostraban signos de estar débiles. Se atrofiaron sus alas y cuando mandó soltarlos ya no podían levantar el vuelo. Vivían como gallinas picoteando el suelo en los patios, dando una versión nueva de gallinas negras. Valiéndose de los cuervos no mutados hizo una fortuna y tomó las riendas de la ciudad. Le dio otro aire a sus casas, con calles anchas por donde pasar los carruajes. Era arrogante y cruel. Él en su soberbia y vanidad, no podía ser el magnate de un pueblo miserable. Las gentes vivían a la sombra de su autoridad, observando su ley y mandato, que él y su familia convertían en una carga y un abuso de poder.

  A Rosario la aceptó tras muchas tentativas infructuosas de querer encontrar a Lupe. Guadalupe, con la que se casó fue el único amor de su vida. Con Rosario el trato era bastante frío. El aliciente para César era poder contar con una larga descendencia. Tuvieron siete hijos. Dependiendo de si a la hora del parto cantaba el gallo negro, lo que suponía que era niño. En cinco ocasiones cantó el gallo, y las otras dos permaneció ajeno a la cuestión.

  Sus días transcurrían llenos de amargura y remordimientos. Aún ahora cercano a la muerte, la espina que lleva clavada, no le deja descansar. El perdón que no ha conseguido de su hija. César dio por perdidas a su mujer y a su hija, cuando fue a buscarlas tras haberse establecido. La cabaña estaba en silencio, no salía humo de la chimenea y cuando inspeccionó el interior, con las hormigas adueñándose de la vivienda, ofrecía el aspecto de abandono.

  Mariela con su madre muy enferma, no vaciló en recabar noticias sobre el paradero de su padre. Las cuadrillas, como todas las demás a las órdenes de los Manrique en la extracción de oro, faenaban en la parte baja junto al pueblucho de Corrientes, le ofrecieron detalles precisos sobre la ciudad y la hacienda en lo alto de la colina. A lo largo del cauce del rio Hondo advertidos por los cuervos en sus giros se conseguía un gran beneficio. Pero ya no se trabajaba como antes. Los esbirros de los Manrique vigilaban de cerca con sus escopetas apuntando y los trabajadores tenían que contentarse con el ínfimo sueldo que recibían y renunciar a una pequeña compensación que antes les incentivaba, en forma de pepitas de oro.   
  Su hija fue a la lujosa ciudad de Manrique en su búsqueda. El encuentro fue frío, falto de emoción por parte de Mariela. Le habló de la gravedad de su madre, de las malas condiciones en las que vivían. Le dejó bien claro, que estaba allí por ella. Del estado de Guadalupe también culpaba a su padre, por el viaje que se vieron obligados a hacer en plena tormenta. César observó su frialdad que le produjo hondo pesar, unido al remordimiento. Su hija no podía comprender en la disyuntiva que se vio inmerso, al dejar a Lupe con aquella familia.

  —¡No hay tiempo que perder! —expresó alarmado.

   Dio órdenes para acondicionar un carruaje al que añadieron un mullido colchón de plumas y toda clase de telas. Apremiando al servicio, dando órdenes a los mozos para que prepararan los caballos. Se hizo acompañar por seis jinetes engalanados en montura blanca, seis corceles azabaches de tiro y el carruaje jalonado de flores rojas y blancas.  Aquello más parecía un cortejo nupcial. La comitiva se puso en marcha y entraron en Corrientes, un poblado en estado lamentable rio abajo, abandonado de la mano de Dios, donde se refugiaron Mariela y su madre al ocurrir la avalancha en la montaña.

  Las instaló en una mansión de lujo y acogedora cerca de su hacienda. El servicio aleccionado para que no les faltara de nada. Disponían de medicamentos novedosos y de los más relevantes doctores de la comarca. César y Lupe se amaron a pesar de la distancia y fue renovado el sentimiento en la cercanía. Y cuando Lupe comenzó a escupir sangre, ya perdida la esperanza, sabiendo que Mariela nunca perdonaría a su padre, le rogó a su hija:

—No me entierres en losa, hazlo en tierra… ¡Júramelo!

  Su hija, llorando con desconsuelo asintió. Lupe no llegaría a la primavera. Su vida se extinguía como la llama del cirio que no le queda ya nada por quemar. Mientras duró la agonía, su espíritu salía del cuerpo al que abandonaba en el lecho en un viaje astral. Se la veía vagar por los aledaños del cementerio perteneciente a la casa, y volver con los dedos cubiertos de tierra. Mariela que adoraba a su madre, con amor y paciencia le extraía la suciedad de las uñas. Fue enterrada como pidió, en tierra blanda y húmeda.
  Los cuervos no tardaron en tomar represalias. El encierro de alguno de ellos se les antojó un ultraje y una ingratitud a su colaboración, por no decir la salvajada de abrirlos en canal para ver si llevaban oro en el buche. Vana idea. La atracción que ejercía el brillo dorado, no pasaba de una señal sofisticada sobre su ubicación. Llegaron por bandadas en un número que aumentaba cada día. Envenenaron el agua dejando caer no se sabía qué. Los habitantes de Manrique sufrían fiebres y fuertes diarreas. Apostados en sitios estratégicos de la ciudad, formando una capa albina con sus plumas blancas, trastocado el color en señal de protesta.  No se fueron hasta que César ordenó abrir las jaulas, liberando el último cuervo apresado.   

  Desde que César enfermara, Lupe le visita en esencia, y espera paciente que él esté preparado para seguirle. Para él es un consuelo contar con su aparición. Cuando por fin muere, ella lo acompaña a un lugar donde descansar juntos. Un lugar que ella ha excavado con sus manos.
  Mariela entregada al rencor contra su padre, manda separarlos cada día. Cesar y Lupe merodean por el espacio inmediato durante las horas de luz. En la noche vuelven a reunirse en el mismo lecho de tierra, y Mariela tiene que rendirse sintiéndose impotente.

  Tras la muerte de César, los hijos que tuvo con Rosario… -El clan de los Manrique como todos los llamaban a sus espaldas-, empapelaron la ciudad con carteles que avisaban a los habitantes, de la obligación de visitar la tumba cada primer domingo de mes. Ese día las colas eran interminables, pues a falta de afecto, dominaba por todo el pueblo el miedo. Así continuó hasta que los años y la distancia en el tiempo y memoria, hicieron mella en los ya alejados descendientes por ambas partes.   

Auri García











viernes, 11 de mayo de 2018

12 de mayo, Día Mundial de la Fibromialgia


 

Qué bien se te ve
[Fibromialgia]


La gente que pasa cerquita de mí
contempla mi imagen
y me creen feliz.

Me miran y dicen:
«Qué bien se te ve,
qué joven, qué viva, qué entera.»

La gente que pasa
así por mi vera
no sabe que llevo
mil penas tan negras.

Que soporto dolores
como heroica guerrera,
que el cansancio me hunde
y me humilla, dejándome hueca.

Y la gente pasa,
me mira y me besa.
«Se te ve bien,
tranquila, alegre, serena.»

No saben que llevo
el  cansancio en mis venas.
Que mi lucha es seguir.
Que disimular es mi meta.


En ellos no vierto
ni lamentos ni quejas.
Que ignoren que sufro
con mi salud maltrecha.

Que nadie rehúya
o ignore mi presencia.
Y que nadie tache
mi actitud, de enferma.

Que yo no me rindo
ante la desgracia esbelta.
Ni me asusta sufrir.
Que, en eso, tengo ya experiencia.

Ya sé que la vida
a todos nos cuesta.
Y que todos libramos
nuestra personal guerra.

Mas algunos armas poseen
para combatir con fuerza.
Otros, inermes estamos
y desnudos lanzamos
nuestras rotas flechas.

Seguimos arando
y sembrando la huerta,
con los pies descalzos
y en las manos grietas.

El dolor retumba
como tambor en mi cabeza.
Y el cansancio no me da un respiro
ni jamás se aleja.

Tal vez sea orgullo
o mi dignidad de persona
la que me hace luchar
contra el mal que me acecha.

Que nadie me tenga
la más leve pena.
No quiero despertar
la compasión ajena.

Que me admiren quiero.
¡Ésa es mi propuesta!
Y que un alma sensible
comprenderme pueda.

La gente que pasa
me juzga feliz
y alegre comenta:
«Qué bien se te ve,
de energía llena.»

Y me siguen diciendo:

«La fortuna sus dones te ofrenda
y es evidente que nada te cuesta.
Qué suerte que tienes
de no estar, como yo,
enferma.»

Eso me dicen con la boca llena.
Yo cierro la mía,
a la par que mi alma se aleja.


Carmela Portillo Esteban  -  2003-05-03





UN CABALLO SIN RECELOS de Encarna Jiménez de la Cruz. Revista poètica 1.26

  Cuando cabalgo, a la grupa, de un caballo sin recelos, por una playa de seda, le doy al agua mis versos. Son palabras engarzadas...