CABELLERA DE TRENES
Para Ana
Cabellera
era de trenes
la tarde
DÁMASO
ALONSO
La
memoria es el territorio de la ausencia
RAMÓN
GARCÍA MATEOS
II
Primos del
aire, de la tarde primos,
de los pinos
y el roble corpulento,
instalados en
un verano lento
asombro y
juego, como todos, fuimos.
Mirábamos
sentados en racimos
pasar los
vagos trenes: humo al viento,
carbonilla,
sol, cierto desaliento
con que luego
a vestirnos aprendimos.
Larga tarde
de larga simetría,
temblorosa de
azul y primavera
el corazón de
Dios adormecía.
Niños de
entonces: lenta enredadera
de
estacionado tiempo nos cubría
viendo peinar
de trenes la ladera.
IV
Un balasto de
penas me sustenta,
absorbe
vibraciones de mis años
y corta,
horizontal, por aledaños
miradores de
sol y de tormenta.
Camina
pesarosa mi osamenta
vestida con
los últimos engaños
por raíles de
luna y desengaños
hacia un
fanal de sombra descontenta.
Vago vapor en
viento detenido
sobrevuela la
noche del ayer
entre las
nubes negras del olvido.
Olvidar es
morir y envejecer
es recordar a
veces lo vivido
y el tren
aquel que nunca ha de volver.
VII
El luto es
amarillo cual la pena
de un otoño
cruel y del ocaso,
amarilla de
andenes y retraso
languidece la
vida su azucena.
Amarillo es
el sol y su condena,
el veneno en
el fondo de aquel vaso
apurada la
bilis del fracaso,
amarilla la
cera sin colmena.
Amarilla de
espera la bandera
que nunca vio
cumplida su victoria,
la pálida y
temida mensajera,
amarillo es
el oro en vanagloria,
el membrillo
que aroma la madera
y este punto
final de toda historia.
VIII
En la tarde
pasaban lentos trenes
y nosotros
contábamos vagones,
cumpleaños,
cigarros, ilusiones,
con el viento
ciñéndonos las sienes.
Pasaban
lentos trenes en vaivenes
sobre los
encogidos corazones
sintiendo
trepidantes vibraciones
lejos de la
estación y los andenes.
Tornábamos un
punto silenciosos
saltando las
traviesas de la vida,
caminando
raíles tormentosos,
buscado entre
la escoria fenecida
oscuros
corazones milagrosos
para
incendiar la noche estremecida.
XI
Cambian los
tiempos, los hombres, sus obras,
hasta el
planeta cambia y el universo.
Echo la vista
atrás desde este verso
hecho todo
vaivenes y zozobras,
cabellera de
trenes, maniobras
en grisácea
tarde sin reverso,
concéntrico
ondular donde disperso
ilusión como
sal, algunas sobras
de lo que
fui, de aquello que aún anhelo
ser, le pese
al tiempo o a Dios le pese,
un poco de
fe, mucho desconsuelo.
Cenizas por
cabellos tiene el día,
como cinta
las sienes le ciñese
este pasar de
trenes y agonía.
De De decires y alondras (2017)
Jesús Andrés Pico
Imágenes: antigua línea Valladolid-Ariza.