domingo, 24 de noviembre de 2019

Aurelia García: LAS ALAS, EL CORAZÓN Y LOS OJOS


La aportación de Aurelia García a la antología solidaria Unas alas para vivir


EL CORAZÓN Y LOS OJOS 

Era de corazón y ojos donante.
Y cuando la vida acabada en un instante
y en nefasto azar se es el perdedor.
A veces ojos y corazón se dicen adiós
abrazando a distinto receptor.

El corazón se puso a temblar.
Después de latir entre sollozos.
Reconoció aquellos negros ojos
que le incitaban a amar.

Esos ojos llenos de amor
y emoción en la mirada
eran parte del mismo donador.
Y en el mismo receptor
hallaron la misma morada.


Iris



jueves, 21 de noviembre de 2019

Eva Mora: als cent anys de la vaga de La Canadenca





 1919
Hoy ya me puse a pensarlos
recordé a nuestros abuelos
lo que hicieron por nosotros
y olvidarlos ya no puedo.

Trabajaron con tesón
y constante represión,
teniendo en cuenta el futuro
tomaron una decisión.

Se unieron con amistad
lucharon por algo más
y sudaron ya sus venas
sangre, muerte y libertad.

Canadiense la llamaron,
la lucha por opresión
noche y día justiciados
por ocho horas a clamor.

Murieron y encarcelaron
todo la misma pasión,
ser libres ya en sus tierras
clamando una razón.

Mejor salario lograron
tiempos de vivir mejor
¡por nosotros lo hicieron!
¿dónde está nuestro amor?

Recluidos muchos quedaron
por apagar luz del portón
pero ese día encendieron
la chispa de una ilusión.

Reclamo esa medalla
esa que nadie les dio
ruego con humildad tardía
aquellos días de valor.



Eva Mora






martes, 19 de noviembre de 2019

UNAS ALAS PARA VIVIR

Del libro solidario que se presenta hoy en Sant Vicenç dels Horts:



TU CORAZÓN EN MI PECHO

Se detuvo la tarde de repente,
un arrebol de cielo derramado
le perlaba la frente de cristales
al día más amargo de tu vida.

En la piel asombrada del asfalto
el ocaso decía su agonía
con una lenta y roja nota rota.
Y era la soledad, y era la noche,
era la oscuridad sabor de cobre.

El ulular creciente de ambulancias
le clavaba al silencio gritos de oro.
Una urgente esperanza estremecida
al llanto se aferraba y a las gargantas
en un ansia encalada de pasillos.

La vida se paró como otras veces
sobre el negro trazado de la suerte.
Pero esta vida, ¡ay!, era tan nueva,
tan cercana era a todos que dolía
como duele un hermano, duele un hijo
en el vacío lugar de la caricia.

Eras joven, venías, como todos,
a llevarte la vida por delante.
Pusiste el corazón sensatamente
a respirar para otros si llegase,
solapada y cruel, la muerte un día.

Yo fui joven también y aún no comprendo
que una flor se derrame en la mañana
y otra aguante tronchada contra el viento.

Y me duele tener entre las manos
un pétalo de luz y de desdicha
para seguir viviendo y ser deudor
de este silencio tuyo eternamente.

De los muertos que fueron necesarios
para ser el que soy y que me asombre
de escribir esta tarde algunos versos,
-mis ancestros, poetas, caminantes-
vienes tú a ponerme la alegría,
la mezquina esperanza de vivir
siquiera sea unas migajas más
renovando el latido de mis venas.
Y no tengo palabras para el llanto,
que tu junco quebrado ha provocado.

Tu corazón, latiendo por mi pecho,
poniéndole a mi sangre la ilusión
de ser savia de nuevo y darme vida,
no mitiga el dolor de tu familia,
el enorme dolor de aquellos padres
sobreviviendo al hijo, soportando
el tiempo desolado y la terrible
torrentera del llanto y las palabras
como lluvia monótona que un día
ha de secar el sol, callar la vida.

Ahora vives en mí y en el recuerdo
del generoso darte para otros.
Y ha de saber el mundo que te debo
los segundos más vivos, el motivo
de creer en los hombres todavía.

Tu corazón que late alegremente,
desprendido motor para dos cuerpos,
se ha de parar un día, bien cumplida
la misión con que fuera concebido.
Mas arderá su llama en estas líneas,
recuerdo de ese don que deslizaste,
sin nombre y con amor, hasta mi sangre.

Se detuvo la tarde de repente,
el arrebol de cielo derramado
era un alba de luz sobre la noche,
un corazón latiendo con más ánimo,
una vida entregada por dar vida,

el don de la esperanza dispersado.


Jesús Andrés Pico




sábado, 16 de noviembre de 2019

LOS BESOS VERDES de Gracia Espino


         LOS BESOS VERDES

Son tus labios pegados a los míos
un manjar de memorias sin regreso,
arrebolada y tierna juventud
donde escarbábamos buscando el beso.

Soy secreto que no quieres olvidar,
también silencio en noche de tormenta,
soy pensamiento que te hace soñar
con besos verdes de sabor a menta.

No. Todo no es efímero en la vida
como pétalos de flor de cerezos
cuando fugaces se alejan del árbol
alimentando unos nuevos comienzos.

Más con lentitud  de horas y semanas
por la ventana se asoma el otoño,
las hojas cansinas del árbol se caen,
su tronco espera otro nuevo retoño.

Pasan siglos y no pasan de moda
los besos dulces que siempre deseamos,
con sutileza describen los poetas,
en papel blanco y en rojo los pintamos.

Ansiosos y melindrosos se fueron
aquellos tiempos que eran primaveras
que sembrando semillas de regreso
crecieron frondosas sin que tú vieras.

Tú eres el alba de mi juventud,
hoja perenne donde me cobijo,
¡salga el sol, o la luna roja, o blanca!
Si me dan a escoger, yo a ti te elijo.



Gracia Espino





domingo, 10 de noviembre de 2019

Francisco Lira: NO EXISTE EL VERSO PERFECTO…


No existe el verso perfecto,
ni la estrofa que brilla.
No existen mágicos secretos,
ni poesía sencilla.
Solo existe el poeta,
recreando palabras
moldeando belleza…
Convirtiendo el arte,
¡en el arte de las letras!
No existe el poema que llora,
ni lágrimas secretas…
Solo existe la hora
en que se escribe con fuerza,
existe el poeta, que añora,
emociones y vivencias…
que salen del alma,
y se fraguan en la conciencia.
Muestro mis sentimientos
con latidos de esperanza.
Mi munición son las palabras,
y mis sílabas, la metralla,
mis versos, son las balas
que disparan añoranza…
En el fondo de mi alma
mis estrofas se abalanzan,
sostienen mi poesía
perdida en lontananza.
No existe el verso perfecto,
solo existe fantasía.
No existen mágicos secretos,
solo existe, arte y poesía…
                                                  Francisco Lira.
                                                (Septiembre 2019)




martes, 5 de noviembre de 2019

Ana de la Arena, cuentito enraizado con olor a soledad y miedo


Cuentito

Como algunos árboles, enraicé hondo para no perder el equilibrio. Es un razonamiento que hago desde hace años desde el primer trasplante forzoso, donde las raíces han hecho lo que han podido.
Hoy volvió a saltar la tapia Sombra, el perro de mi vecino. Me concentro en la mirada de luto del perro y en su pelo nocturno que brilla en la mañana.
Tomás viene a buscarlo entre disculpas y la resistencia del perro. Hago recuento de los desaguisados. Tres macetas, las ramas del ligustrum y un tetrabrik de leche que sangra sobre la mesa del galponcito. Sombra ha ampliado sus raíces. Siempre que viene marca el terreno biológicamente.
Llevo semanas esperando la carta. Cada día que pasa pienso que se ha perdido y renace mi esperanza.
Cuando vuelvo del super, abro el buzón con el corazón a velocidad máxima. Ha llegado la carta con su membrete oficial. La reconozco por el olor a soledad y miedo.
Ya tengo la valija hecha. Dejaré todo tal cual está y me prepararé las raíces para un nuevo esfuerzo. Espero marchitarme rápido, que mis hojas caigan sin dolor y las raíces renuncien a tanto esfuerzo.
No me despediré de Sombra ni de Tomás.

Ana de la Arena
Octubre 2019












viernes, 1 de noviembre de 2019

Luis Arranz: EL ÓBITO


Quiero mostrar mi respeto –con este poema- a algo tan importante en la vida de una persona, como es su propia muerte.




     EL ÓBITO


Se apagó el sol. ¡Ya no veo!
Hados eternos... ¡Venid!
¡En la negrura rastreo!
¡Mi raciocinio consciente
perdió su postrera lid!
(Duerme silenciosamente).
La ruina se enseñorea
de mi cuerpo. Y, en mi mente,
el vacío se recrea.
¡No existen odio ni amor
en esta insólita aldea!
¿Qué es el mundo sin su luz?
Largo y negro corredor
camino del cementerio.
Cada persona, su cruz.
Cada muerte, un duro viaje.
Cada féretro, un misterio
con su siniestro equipaje.
Los portones de mi vía
se han tornado en cautiverio.
(Están -para mí- cegados).
Quien -alegre- ayer reía,
tiene hoy los labios sellados,
fríos, rígidos, callados…
La razón, y el pensamiento,
errarán -lúgubre día-
en inercia dilatoria.
Mi mundo –en este momento-
gira, sin pena ni gloria,
en tan humilde aposento.
¡El alma yace finada
y dice “amén” a su historia,
cubierta con tela oscura!
(Toma un destino a la nada).
Ya, sin proyección futura,
pronto quedará olvidada.
Amasijos de osamentas
acompañarán mi estancia
-hieráticas, truculentas-
en infeliz circunstancia.
Sepulturas purulentas,
mausoleos y cipreses,
frías noches, vermes, hierbas…
entre el poblado y las mieses.
¡La soledad infinita!
¡Y sufrir penas acerbas
de una guadaña maldita!
¿Cuántos lloran por la muerte
del familiar tan querido?
¿Cuántos sienten una suerte
de indiferencia y cumplido?
¡Ni lágrimas ni lamentos!
¡No quiero veros llorar
ni sufrir –por mí- tormentos!
¡¡Dejadme ya descansar!!     


Luis Arranz Boal



UN CABALLO SIN RECELOS de Encarna Jiménez de la Cruz. Revista poètica 1.26

  Cuando cabalgo, a la grupa, de un caballo sin recelos, por una playa de seda, le doy al agua mis versos. Son palabras engarzadas...