sábado, 22 de octubre de 2022

Cercano ya el día de difuntos, un preciso poema de LUIS ARRANZ

Quiero mostrar mi respeto –con este poema- a algo tan importante en la vida de una persona, como es su propia muerte.


 

     EL ÓBITO

 

Se apagó el sol. ¡Ya no veo!

Hados eternos... ¡Venid!

¡En la negrura rastreo!

¡Mi raciocinio consciente

perdió su postrera lid!

(Duerme silenciosamente).

La ruina se enseñorea

de mi cuerpo. Y, en mi mente,

el vacío se recrea.

¡No existen odio ni amor

en esta insólita aldea!

¿Qué es el mundo sin su luz?

Largo y negro corredor

camino del cementerio.

Cada persona, su cruz.

Cada muerte, un duro viaje.

Cada féretro, un misterio

con su siniestro equipaje.

Los portones de mi vía

se han tornado en cautiverio.

(Están -para mí- cegados).

Quien -alegre- ayer reía,

tiene hoy los labios sellados,

fríos, rígidos, callados…

La razón, y el pensamiento,

errarán -lúgubre día-

en inercia dilatoria.

Mi mundo –en este momento-

gira, sin pena ni gloria,

en tan humilde aposento.

¡El alma yace finada

y dice “amén” a su historia,

cubierta con tela oscura!

(Toma un destino a la nada).

Ya, sin proyección futura,

pronto quedará olvidada.

Amasijos de osamentas

acompañarán mi estancia

-hieráticas, truculentas-

en infeliz circunstancia.

Sepulturas purulentas,

mausoleos y cipreses,

frías noches, vermes, hierbas…

entre el poblado y las mieses.

¡La soledad infinita!

¡Y sufrir penas acerbas

de una guadaña maldita!

¿Cuántos lloran por la muerte

del familiar tan querido?

¿Cuántos sienten una suerte

de indiferencia y cumplido?

¡Ni lágrimas ni lamentos!

¡No quiero veros llorar

ni sufrir –por mí- tormentos!

¡¡Dejadme ya descansar!!      


jueves, 13 de octubre de 2022

Un poema de Gracia Espino.

      



COMO FLOR EN PRIMAVERA

 

Desnuda estaba la tarde,

antorcha en la madrugada,

si algún calor percibía

era de una voz dorada.

 

Ángel sin alas voló

para posarse en mi rama,

arropó mi pesadumbre

dándole rescoldo al alma.

 

Alejando aquella nube

resurgió la primavera,

así mis hojas surgieron

como si yo rosa fuera.

 

Hilos de seda corrían

paseando por mis mejillas,

querían salir, regar

aquella hermosa semilla.

 

En esas noches pesadas

yo me ponía a pensar:

si en una vida entra otra

¿cabe así, sin nada más?

 

Yo soñé por un momento

en la onírica pasión

que tanto me atormentaba

y de pronto se iluminó.

 

Intento con toda el alma

aplacar mis pensamientos

pensando más positivo,

trucando mis sentimientos.

 

Así continúa mi vida,

¡no entiendo mi agrio tormento!

Mis ojos ya están enjutos

arropando un nuevo aliento.

  

Gracia  Espino.

 

 

UN CABALLO SIN RECELOS de Encarna Jiménez de la Cruz. Revista poètica 1.26

  Cuando cabalgo, a la grupa, de un caballo sin recelos, por una playa de seda, le doy al agua mis versos. Son palabras engarzadas...