EL SOL PALIDECIÓ
donde los sueños descansan
y el atardecer se inclina
buscando allí la esperanza.
No alcanza el conocimiento
para aceptar la palabra,
la que amenaza en mis sueños
para borrarme tu cara.
Aún no puedo comprender
el silencio que desgarra,
mientras mi alma se aferra
a ese perfil de tu rostro.
Muchas veces me pregunto
como si en sueños hablara
que ha sido de aquella dicha
que despierta contemplara.
Muchas veces voy soñando
con el mar o la montaña,
el sigilo de la noche
o el eco en la madrugada.
No me alcanza la razón
para aceptar que tus ojos,
esos que me dan la luz,
se escondan tras la ventana.
Nunca el sol palideció
de repente y desolado
dejando un alma tan fría
como temblando mi alma.
María
Un bello, triste y añorante poema María
ResponderEliminarGracias Auri. Tú siempre atenta. Un abrazo.
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