Desnuda estaba la tarde.
Antorcha
en la madrugada,
si
algún calor percibía
era
de una voz dorada.
Ángel
sin alas voló
para
posarse en mi rama,
arropó
mi pesadumbre
dándole
rescoldo al alma.
Alejando
aquella nube
resurgió
la primavera,
así
mis hojas surgieron
como
si yo rosa fuera.
Hilos
de seda corrían
paseando
por mis mejillas,
querían
salir, regar
aquella
hermosa semilla.
En
esas noches pesadas
yo
me ponía a pensar
si
en una vida entra otra
¿cabe
así, sin nada más?
Yo
soñé por un momento
en
la onírica pasión
que
tanto me atormentaba
y
de pronto se iluminó.
Intento
con toda el alma
aplacar
mis pensamientos,
pensando
más positivo,
trucando
mis sentimientos.
Así
continúa mi vida,
¡no
entiendo mi agrio tormento!
Mis
ojos ya están enjutos
arropando
mi secreto.
Gracia Espino.
Es la ley de la vida. Pasa factura. Un precioso poema, Gracia. Gracias por publicarlo.
ResponderEliminarLuis Arranz
Como siempre Gracia, tus poemas siempre reflejan tus sensaciones, de la infancia, del amor, de tus ilusiones, tus anhelos, pero también tus pesares… es la vida misma con sus nostalgias y añoranzas…pero todo ello lo evocas con una belleza y una sencillez envidiable. La poesía siempre es terapia de la buena…sigue escribiendo!!
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