Pepita
El
padre, era carbonero,
en
su corazón un encinar,
guardián
de día y noche
el
fuego no se podía apagar.
De
envidia no sabía
ni
tampoco de tristeza,
era
el más feliz del mundo
en
medio de la pobreza.
Estando
en el monte solo,
acompañado
se encontraba
al
recordar a su gente
que
quería y adoraba.
Con
la cara tiznada
del
carbón del encinar,
los
abrazaba y besaba
y
al monte volvía marchar.
La
hija mayor de la casa
a
sus hermanos cuidar tenía.
Ahora
recuerda a su padre,
que
con ternura le decía:
cuando
miro al cielo,
y
veo una estrella que brilla,
y
esta, eres tú, hija mía.
Jaume
Baigual i Rusiñol
(El poeta de Sentmenat)
Hermoso poema Jaume. dedicado además a una compañera tan entrañable como Pepita. Eres un gran poeta y lo demuestras cada día.
ResponderEliminarJaume, este poema te lo oí recitar en la tertulia... como siempre, tu estilo directo, humano y costumbrista, recitado con esa fuerza pasional que siempre adornas. Bravo!
ResponderEliminarMolt maco aquest poema, Jaume. Un clar homenatge a un de tants oficis que s'han deixat en l'oblit, però que resten fitxats en la memòria, per les restes de l'historia.
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