En una parcela de mi alma
habita un campo de espigas,
donde, ni siquiera, el viento y el sol vienen a
visitarla.
Un perpetuo invierno
tiene allí su morada.
Ni siquiera se oye el trinar
de los pájaros,
entonando su canto en tal
lúgubre lugar.
Allí… sólo se halla el linaje humano de soledad y
llanto.
¡Ni siquiera, mis lágrimas
pueden ofrecer algún consuelo
en aquella parcela!
En aquella parcela de mi alma…
sólo el olvido y el silencio,
reinan. En aquel lugar… ¡De noches plutonianas!
Yo quisiera decirte algo, hermano
que moras en esa parcela de mi alma.
¡Pero tú estás muerto!
Y ese cementerio, donde yaces…
¡Me es imposible visitarlo!
Carlos Luzón
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