Las esperanzas perdidas
son utopías fallidas.
La vida es un espejismo
que se va desvaneciendo.
¡Sales a comerte el mundo!
¡Y, el mundo, te va comiendo!
Mira un pastor su rebaño
y, con humildad, protesta:
Mi vida son… ¿sólo ovejas?
¡La cayada! Por respuesta.
Encogido, en un rincón,
llora, afligido, un pequeño.
¿Qué te causa este tormento?
“¡Nadie me regala un sueño!”
Tras sembrar -en el secano-
un labrador mira al cielo,
aherrojándose, a unas lluvias,
que nunca llegan al suelo.
La ilusión -con que su boda
preparaba la mocita-
se truncó… porque su amante,
no acudió a la última cita.
Un alumno, discrepante,
al profesor le advertía:
¿Mi futuro…? ¡Ya está escrito!
¡Guarde su pedagogía!
¡Qué lástima, aquel mendigo
que soñó con ser poeta!
La musa avivó su ingenio…
Pero… ¡no tenía libreta!
Un alcohólico, irredento,
le “cantaba” a la botella:
¡Ayer, deleite! ¡Hoy, mi ruina!
¿Quién te parió, a ti, tan bella?
¡Hizo carrera brillante…!
¡Doctor, “Cum Laude”, Ingeniero!
Aspiraba a un buen trabajo…
Trabaja… ¡de camarero!
¡Invertiste en “entelequias”
y perdiste tu dinero!
Obcecado y compulsivo…
Ahora, eres… ¡Un pordiosero!
¡Todos morimos dos veces!
Primero… al perder la vida;
la segunda, y… ¡más terrible!
¡Cuando tu nombre se olvida!
Luis
Arranz Boal
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