LA NIÑA
No he podido
dormir esta noche pensando en la niña que, triste y callada, postrada de rodillas, a la Virgen rezaba.
¡Le pedía con
tanto fervor que su madre sanara!
Tenía tanto miedo que su madre faltara…
En esos
inviernos de grandes escarchas, a sus 8 años su cuerpo temblaba.
¡Pobrecilla
niña!, que dolida estaba. Escondida detrás del silencio su vida guardaba.
Miraba al
cielo, no vio ni una estrella para que le diera gramos de alegría.
Su madre,
amarilla,
muy enferma
estaba,
con muchos
cuidados de su madre y hermanas; y ella…
¿qué podía hacer?
Solo
acariciarla, tocarle la mano, decir que la amaba.
Con dulzura
sedante sus lágrimas recogía en su azul pañuelo, esperando que todo pasara.
¡Quería tanto a su mamita!
Desde corta
edad aprendió
a sufrir y
estar callada guardando el dolor dentro
de su alma.
Al pasar el
tiempo su madre sanó.
Y la niña
lloraba.
¡Me daba una pena ver su triste rostro!
Esa niña que sube peldaños de una gran escalinata buscando consuelo. Y no lo encontraba.
¿Por qué le
han puesto ese vestido rojo con cordones dorados que tanto le estorban?
No lo
comprendía.
¿Por qué su
mamita hizo esa promesa si ella no quería?
Carita de
ángel, ángel sin alas,
brisa de tristeza
refleja su cara.
¡Qué días!
¡Qué tiempos!
De sus ojos
vidriosos surtían las lágrimas. No podía jugar, pues los cordones del hábito
también se enredaban.
Y las otras
niñas de ella se reían, se reían y
burlaban.
Siempre
resignada, sin pensar probó aquel amargor de furtivas lágrimas.
Más yo… estoy llorando solo al recordarla.
Gracia Espino
De pequeñas historias se nutre la poesía, hoy le ha tocado a una niña, que apenas podía ser niña. La enfermedad de una madre, es algo triste que duele en corazón. Luego, una barrera que frena sus movimientos y su alegría. Y es que no siempre nos paramos a entender los sentimientos de los niños, y ellos suelen callar.
ResponderEliminarEntrañable poema Gracia.