sábado, 1 de mayo de 2021

Recital de abril. Araceli Moretó

 

       LA INFANCIA LEJANA       

 

Hoy quiero recordarles la infancia lejana,

aquella que a todos nos queda en el alma.

Aquella que, sin darnos cuenta,

vuelve hacia nosotros cuando el tiempo pasa,

aquella que pronto, muy pronto, se pasa.

 

Mi casa era casa de muy pocos lujos.

En un dormitorio, dormíamos juntos.

Cocina pequeña, enseres, los justos,

y una silla vieja para cada uno.

 

Con un solo sueldo, eso ya era mucho.

 

Una mesa estrecha, estrecha la sala,

si habrías la puerta, aún más se estrechaba,

y si la cerrabas, el sol en verano nos achicharraba,

pues nunca hubo un árbol que nos cobijara.

 

Olor a petróleo, los inviernos crudos.

La estufa de hierro, de color oscuro,

y yo en Navidades, si había familiares,

jugando en el suelo o haciendo dibujos.

 

Que de un solo sueldo, no salen más lujos.

 

Detrás de la casa,

junto al lavadero donde ella lavaba,

mi abuela hizo un jardincillo.

Las petunias blancas, geranios floridos,

rosas encarnadas, llenaban de vida

y de primaveras, nuestras esperanzas.

 

No había más lujos en aquella casa.

 

Y a pesar de ello, yo, yo tuve un muñeco,

una bicicleta, una pala y un cubo,

un montón de arena.

Hasta un patinete me compró mi abuela.

Tuve una pelota y un trenecillo.

¡Ah! Y un reloj de cuco que daba las horas

con su canto absurdo, más que absurdo, pillo.

CUCÚ --CUCÚ

Recuerdo que yo, viendo aquel reloj,

contaba los días para ser mayor.

Recuerdo que yo, siendo tan pequeña,

ya me daba cuenta que de un solo sueldo

para los juguetes no llegaba apenas.

¡Cuánto sacrificio que hacía mi abuela!

 

Y así mi niñez fue quedando atrás,

cuando una mañana, en lugar de saltar

camino al colegio, me fui caminando.

Ahí me di cuenta que hacía semanas

que ya no jugaba,

y loca de rabia, encolerizada,

yo, yo tiré la comba hacia la cuneta.

 

¡Ya no he de dar saltos! Pues ya soy mayor,

y las señoritas que son educadas,

han de andar muy tiesas, y muy bien peinadas.

                             Y mayor me hice… aquella mañana.        

 

 

Quedó atrás la infancia.

Aquella que a todos nos queda en el alma.

Aquella que, sin darnos cuenta,

vuelve hacia nosotros

cuando el tiempo pasa.

Y añoras la comba, tu vieja guitarra

o aquellas muñecas que tú recortabas,

y quieres saltar como antes saltabas,

pero son tus piernas las que ahora no saltan.

 

Quedó atrás la infancia, la vida es así.

Y alguna mañana yo, yo veré salir

aquí en mi cabeza unas mechas blancas

y me daré cuenta que soy una anciana.

 

Quise ser mayor durante mi infancia,

y ahora querría… volver a ser niña

alguna mañana.

 

 

Araceli Moretó

MIRA EL VÍDEO



  

 

1 comentario:

  1. Araceli nos transporta a la niñez, esa, que aunque parezca lejana, en cualquier momento, por cualquier circunstancia, nos regresa para ver la película de unos días que de alguna manera han diseñado lo que somos ahora. A ella le gusta contar historias, anécdotas vividas, y ella como poeta, las conserva y las revive de nuevo cuando llega la ocasión: nostálgica a veces, divertida otras. Pero así, de poema en poema, podemos conocer un poco la vida que quedó atrás.
    Bien, Araceli, por regalarnos una niñez, nostálgica.

    ResponderEliminar

Un poema inédito de Ana de la Arena

  Amo al Santo aristócrata de las barrancas y me río de la sudestada amenaza que empieza temblorosa, con la melena de fondo.   E...