EL CAMINO DEL OLVIDO
Campesino eres de los campos andaluces.
Vareando los olivos estás,
día tras día sin parar,
cayendo las aceitunas en el suelo,
que con tus manos frías
en capazos las recogerás.
Y así seguirás, olivo tras olivo,
aunque te duela la espalda,
tu deber es continuar vareando,
hasta terminar la jornada.
Tu dueño y señor
era de los más ricos del pueblo,
que con su caballo, llamado "Trueno",
se paseaba controlando sus terrenos.
Sí que te pagaba, y te conformabas
con los jornales que hacías,
pero no era suficiente,
por el trabajo que realizabas.
En pleno invierno,
con ese frío tan intenso,
por mucho que te abrigaras,
tus manos y pies
se te congelaban.
En pleno verano, tu dueño
otras tareas te mandaba,
con un calor asfixiante,
que, hasta los animales de labranza,
se agotaban al instante.
Era tu medio de subsistir
en este pueblo de Andalucía,
y tuviste que resistir
en esta hermosa villa.
Quizás olvidaste aquel camino
que un buen día te ofreció el destino.
Pudiendo mejorar tu situación
te la dejastes perder,
y todo por no dejar
el pueblo que te vió nacer.
Joan Torrijos
A pesar de ser catalán, o eso creo, a Joan le gusta recordar a los jornaleros de Andalucía, a las madres sacrificas en un duro trabajo. Recuerda los sacrificios, las jornadas interminables, que realmente lo son.
ResponderEliminarGracias Joan, por ese reconocimiento de los que levantaron España y dieron a todos de comer.