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¿Quién borra a los niños de las calles,
de sus calles. Quién siembra el odio?
Y siempre es igual, una y otra vez.
Ahora es Ucrania, Israel, Palestina…
Antes Yemen, Kósovo…
Figuras negras a lo largo y ancho del
mundo
que siembran el horror y me encogen el
corazón.
Entonces me aparto del ruido y corro
para buscar
en las aguas del mar. Ellas siempre
limpias,
mojadas. Me evaporo con el vapor del
agua,
para subir y subir. Tal vez te
encuentre cerca de la luna.
Hoy he visto a un maestro con la regla
en la mano.
Qué recuerdos, he pensado.
La regla por no ir a misa en San José,
por escaparse una palabra de la memoria,
por un verbo revoltoso que no se sabe
comportar.
Hoy me ha venido a la memoria
la trayectoria del trozo de madera
odiado.
También había una caña china cuando
mirábamos el mapa,
los países se escondían y parecía que
se iban a su país.
María
Las cosas que no debieran ocurrir nos da pie a formar poemas. A denunciar las atrocidades porque son tantas cada día, que ya no sabemos como sacudidas para que no ensucien la belleza de recitarlo. Sentimiento por lo ajeno deplorable no te falta María
ResponderEliminarMaría, qué manera tan precisa, y bella, de describir el horror... y que metáforas de recuerdos nos has regalado en tus versos, recuerdos de una disciplina prepotente en la escuela, con un mapa de países, "que se esconden, en sus propios países"... Un retrato del pasado, que nos lleva a un presente, donde los países ya no sabemos que identidades y valores defienden. Bravo María!!!
ResponderEliminarGracias amigo@s
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