I
Dejando atrás el alto donde anidan
la nieve y la pureza, lento llega,
a pecho descubierto, la voz clara,
en majestad tan llana que conmueve.
Y se agrupan, estáticos, los álamos
en hilera, al sosiego de la tarde,
y los juncos inclinan su figura,
veloz, la golondrina roza el agua.
Maduro llega el río en esta hora
que bajan las estrellas a bañarse.
Cansado va, siguiendo su derrota.
Yo me bajo conmigo hasta sus aguas
y sumerjo mis manos en su torso.
Detenido en la orilla ya me alejo.
XIII
Aquí estaba la casa, aquí los pasos
resonaron, las voces un momento
quedaron en un eco que aún le llegan
entre las ruinas tristes de su infancia.
Aquí estaban los ojos expectantes,
las manos que jugaban con el día,
los pies rotos calzados por el polvo,
el niño con un nombre igual al suyo.
Vestido de recuerdos llega un hombre
buscando realidades en la nada
de un tiempo ya perdido sin remedio.
Y dice ser el mismo, pero duda,
considera que el tiempo no se mueve
y cree, paradoja, ser él tiempo.
XLIV
En el calor del páramo agonizan,
su plumaje es azul, tenue y lejano,
las metálicas aves de los vientos.
El sol es un alfanje vertical.
El agua reverbera mientras beben
labios de la ribera que no saben
de sed como otros labios ya resecos.
El sol es un cristal roto en pedazos.
La desolada tierra lanza flechas
—álamos, hombres, tesos, campanarios—
contra la luz prístina de los cielos.
El sol es una cima negra donde
la sombra existe, espera su victoria.
Las aguas siguen plácidas su curso.
Jesús Andrés Pico
(De donde nace el viento, 1989)
Majestuosos poemas Jesús. El dominio del vocabulario, el verso profundo y las estrofas adornadas de una esencia en el mensaje, y en las formas... Cada día más poeta, más escritor... Felicidades
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