Igual que la flor nace en la roca;
semilla y un poco de tierra y agua,
crecías en el corazón y en la palabra
que salía de los confines de la boca.
El corazón es como un cálido nido
que cobija y guarda el sentimiento.
Jamás dejes que entre el olvido,
por la escotilla del pensamiento.
En las pupilas de tus grandes ojos
oculto en sombras, se leía un mensaje,
de amor, dolor, arrojo y coraje
que cura encono y enojos.
¡Ah, si yo hubiera sido esa semilla
caída en tu corazón de roca!
¡La habría tornado octava maravilla
regada con el néctar de la boca.
Auri García
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