No quiero verte.
Cada vez que te veo,
veo mi muerte.
La muerte de mi pensamiento,
sólo se queda embelesado en el fondo de tus ojos.
Son la luz del alba,
la alegría de la mañana, la serena tarde y la dulzura
de una noche estrellada.
No quiero verte.
Cierro los ojos y te veo con la mente,
mirándote fijamente.
No hay oscuridad, ni distancia… y el sentimiento se me
estremece.
No quiero verte.
Quédate ahí, donde no pueda verte. En la distancia. Detrás
de un muro.
No te escondas en jardines ni en prados de magarzas,
ni en bosques de tornillos,
romeros y jaras… no te escondas.
Que mi sentimiento te descubre entre rosas y azucenas,
por el aroma de tu pelo; por la sencillez de tu esencia; por tu mirada limpia y
clara;
como arroyo de agua clara de mis sueños.
De mi tierra amada.
No. No quiero verte. Eres mi muerte.
Manuel Orellana
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