VENECIA
tornamos
al pecado sinuoso,
cruzamos
los canales del deseo
y
surcamos por horas la lujuria
del
agua y de la historia que nos lleva.
Como dedos las calles se entrecruzan,
estrechas, abrazadas, expectantes,
prometiendo penumbras tras las máscaras.
Podemos permitirnos tomar un café en la plaza San
Marcos
mientras suena la música y acaricio tu pierna
por debajo de la mesa. Podemos permitirnos
ser amantes detenidos en el tiempo y la sonrisa.
Cada vez que venimos a Venecia nos amamos
en una habitación distinta, con la misma sed
y las mismas fuerzas, jadeantes y lozanos,
como si nunca hubiéramos estado en Venecia
y se fuera a
hundir la ciudad en el Adriático
como se hunde mi carne en tu carne.
Jesús Andrés Pico
de “Los nombres del agua” (Teruel, 2020)
Jesús, bonito el poema y amoroso.
ResponderEliminarGracias...
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