DÍA DE LAS MADRES
A mi hija e hijos
No dudo que les hubiera gustado tener
una linda mamá de anuncio comercial:
con marido adorable y niños felices.
Siempre aparece risueña —y si algún día llora—
lo hace una vez apagados reflectores y cámaras
y con el rostro limpio de maquillaje.
Pero ya que nacieron de mí, debo decirles:
Desde que era pequeña como ustedes
ansiaba ser yo misma —y para una mujer eso es difícil—
(Hasta mi Ángel Guardián renunció a cuidarme
cuando lo supo).
No puedo asegurarles que conozco bien el rumbo.
Muchas veces me equivoco,
y mi vida más bien ha sido como una dolorosa travesía
vadeando escollos, sorteando tempestades,
desoyendo fantasmales sirenas que me invitan al pasado,
sin brújula ni bitácora adecuadas
que me indiquen la ruta.
Pero avanzo. Avanzo aferrada a la esperanza
de algún puerto lejano
al que ustedes, hijos míos —estoy segura—
arribarán una mañana
—después de consumado
mi naufragio.
Daisy Zamora
Recita María Naranjo
AMIGAS / HERMANAS
A
Marta Cecilia Zamora Llanes
Nada sucedió
como lo habíamos previsto.
Pero
estábamos recién llegadas a la vida
como a una
gran ciudad.
Aturdidas
por el bullicio de la multitud.
(Éramos como
garzas a la vera de un río.
Heliotropos
radiantes en la primera lluvia.
Un campo de
algodón bañado por la luna)
¿Cuándo fue
que la Muerte empezó a visitarnos?
¿En qué
momento, a cada una
por fin, nos
alcanzó el desastre?
¿Cómo
sobrevivimos a la devastación?
No lo
sabemos. Cada quién hizo lo que pudo.
En la tierra
arrasada quedaron los escombros
que hemos
dejado atrás.
Pero a
veces, sin quererlo, de pronto recordamos
que alguna
vez las ruinas fueron antiguos reinos.
―Espejismos
de reinos para el alma desierta.
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