Mi
relato es breve, como el tiempo del que disponemos.
Tengo
miedo... miedo y, a la vez, me siento agradecido.
La
reflexión me invita a no menospreciar nada.
Sobre
todo, en esos momentos, que te hacen
sentir bien.
Aquellos
en los que indescifrablemente,
el
cerebro te empuja y, te evoca una vez
más,
a la legítima inocencia.
Tengo
miedo de pensar que, irremediablemente esta edad, no regresará.
Son
circunstancias para el alma. Y que forman parte de mi exitencia.
Sé
que siempre estará... lo rápido y lo lento; el ansia y el sosiego;
la
tormenta y la calma; la verdad y la mentira.
Y
sí... no es mentira, que la verdad, debería triunfar siempre
para
lo bueno y lo malo también.
Es
inevitable que, al tiempo que puedo estar disfrutando,
me
asalte la inseguridad de que volver a repetirlo es... una incerteza.
Pienso
que estar con las personas, genera una química,
que
se nos refleja, enriqueciéndonos, humanizándonos,
produciéndonos
una sintonía emocional de afinidad y amistad.
Luego
viene la añoranza ( si se dá el caso) cuando recuerdas con apego la ausencia o pérdida de esas personas.
Tengo
miedo, pues la oportunidad es de hoy,
de
ahora.
Es
efímera, como la vida… "que es tiempo".
Miedo
de perder la facultad de saber que, en
cada paso,
está
la plenitud del momento en que se vive.
Ahora sólo pienso en la satisfacción de este
momento,
el
cual me reconforta y me hace feliz , en este instante.
En
definitiva, el tiempo es vida y, la vida son "Momentos".
Y estos momentos hay que vivirlos.
Carlos
Núñez
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