martes, 14 de abril de 2020

FERMÍN HERRERO: Tierras Altas.



Con cerca de setenta años y una hernia
discal que nunca se operó mi madre
está cavando el huerto. La recuerdo
siempre así, sin parar, desviviéndose
por nosotros, sus manos de penuria inquietud
día y noche, la abnegación echada al hombro hasta
dejarlo todo aviado y acabar molida: frota
que te frota ordeñando, acarreando, frota
que te frota barriendo, fregando, vareando
en la era la lana de los colchones, haciendo aulagas
para prender la lumbre y caldear la casa... Siempre
así, sudando como una descosida, sin dar abasto
y pese a todo -igual que el resto de las esclavas
de posguerra- no tiene derecho
a pensión. Cuando puede ver el parte se hace
cruces de lo bien que hablan los políticos.

              - ESTADO DEL BIENESTAR -



Buimanco (Soria)


Al fondo de las cárcavas el matorral
se espesa, corren ríos invisibles. El agua es
la memoria y mis ojos vagan lejos. Nada
existe que no sea abandono pues alguien
se encargó de borrar las trochas de las recuas, el aliento
final de quienes se negaron
a vender y murieron solos. Nadie
los enterró. Después de saquear las casas
cercaron con alambre la ignominia, se llevaron
las tejas y las losas, y los indicadores
de los pueblos. Por último fundieron
las campanas, robaron. Robaron.
El agua es la memoria y mis ojos
vagan lejos. Quebradas, rañas, torrenteras,
 la corriente invisible en la maleza donde
la soledad se llama espino. Entre las ruinas
-silencio y medias hoces, fragmentos
desteñidos de cartas, óxido de herraduras-
se escucha todavía la voz de los arrieros
trabada en las mujeres. Los ojos vagan
lejos. Son las iglesias cuadras, broza
los cementerios, pena. El agua es
la memoria. Por todas partes suelas
de abarcas, zarzas, zarzas y más ortigas, zarzas
y únicamente zarzas.

                  - BUIMANCO


Fermín Herrero (Ausejo de la Sierra, Soria, 1963)

Tierras Altas (Hiperión, 2006)

Fermín Herrero

1 comentario:

  1. Dos poemas de peso, que nos sitúan en una realidad que no siempre se tiene en cuenta. Mujeres trabajando la tierra, también ordeñando la cabra, la comida, la limpieza. Señora, o esclava para todo. Han pasado muchos años, pero aún hay mucho que cambiar. Como dice nuestra amiga Carmina en un bonito poema: no callaremos. Es porque hay todavía mucho que decir. Las mujeres abnegadas de la posguerra las vemos lejos, pero Fermín Herrero nos recuerda que deben seguir en nuestra memoria.
    También nos recuerda las zarzas y ortigas de los pueblos abandonados. La soledad de las piedras.
    Dos poemas dignos de recordar.

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