Veo flotar una
pregunta en el aire; ¿Aprenderemos algo de este encierro?, ¿sabremos leer esos
renglones que se descuelgan del aire, esa voz que se desgarra cascada y enferma
de las cuerdas vocales de esta tierra que nos soporta? Lleva tiempo hablando, nos
mira y nos dice: ¡basta ya! Como no escuchamos, agita los volcanes, que después
envían tsunamis. (Que algunos toman a broma esta palabra y la utilizan para
implantar sus ideas).
La lluvia, golpea enfadada y
arrastra cuanto hay a su paso. Después llegan las sequias. Los polos Norte y
Sur se derriten y es una parte del cambio climático, ese que todos sufrimos y
seguiremos sufriendo, no sé cuánto tiempo, ni en qué medida.
Mientras tanto la gente,
como bandadas de pájaros, vuela descubriendo a otras gentes, otras costumbres y
cosas maravillosas del mundo. Consumimos recursos que la tierra nos regala,
pero que no son infinitos, y contaminamos el aire, y contaminamos los mares, y
no pensamos en el mañana de nuestros nietos.
Luego están las guerras, el
éxodo de emigrantes huyendo, buscando un refugio, para sentir que también son
herederos del paraíso terrenal que recibimos.
Soy consciente, que no volveremos
a la época de las cavernas, estamos en una sociedad consumista, en países
capitalistas. Cierto. Pero mi cabeza se niega a creer que nada podemos hacer.
Pienso, que solo hay una forma de mejorar nuestras vidas, de ayudar al planeta,
de dejar que sigan viviendo nuestros nietos, las personitas más adorables de la
sociedad. La espiritualidad, es lo único que nos podría salvar. Tú te cuidas,
cuidas a los demás, cuidas al planeta. Dejamos la ambición en los basureros, el
egoísmo lo lanzamos al viento para que se pierda en la inmensidad de la nada.
No necesitamos tantas cosas.
No nos da la felicidad ese consumo bestial a que nuestra sociedad nos empuja.
Frenar, pensar, amar y vivir de la forma que, a la larga, nos haría más
felices.
Apenas una reflexión: cómo
vemos ahora aquellas cosas que eran una rutina, lo que nos parecía aburrido y
poco importante: un paseo por el campo tomando el sol, un encuentro con los
amigos para abrazarnos y tomar, simplemente, un café. Ahora magnificamos estas
pequeñas cosas y nos envuelve un recuerdo maravilloso. Tengamos en cuenta que
llevamos pocos días en este confinamiento. Pensemos hasta donde estamos
dispuestos a tomar medidas para cambiar nuestra vida, que será, al fin y al cabo, lo que aliviará el planeta.
Creo que vale la pena
intentarlo.
Muy bien reflexionado María. Es como tirar piedras a nuestro tejado sin pensar que habrá de llover.
ResponderEliminarMaría, una reflexión llena de sentido común y conciencia... Vale la pena intertalo de verdad! Lamentablemente, hay intereses ta creados que impiden un cambio de lis paradugmas sociales y económicos, pero por lo menos que nos quiten el derecho a la denuncia y el derecho al pataleo y las protestas. Te felicito, una reflexión muy adecuada a las circunstancias actuales!!! 😘
ResponderEliminarRectificaciones:
ResponderEliminar"que no nos quiten el derecho..."
Gracias a todos y a cada uno de vosotros, por ese granito de arena traída de la playa con la brisa del mar. Ese mar que añoramos. Esos versos que nos hacen los días más ligeros.
ResponderEliminarGracias amigos.
Maria, es un escrito para reflexionar y que más de uno de los que gobiernan deberían leer y tener en cuenta. A ver si así al hombre la va mejor. Me ha gustado tu escrito
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